Los milagros más grandes de la Virgen de Guadalupe

Desde sus primeras apariciones hasta nuestros días, la Santísima Virgen María de Guadalupe se ha mostrado como una gran intercesora de Jesús, y los milagros que se atribuyen a su mediación son incontables. 

En entrevista con Desde la fe, el padre Eduardo Chávez de la Mora, experto en el Acontecimiento Guadalupano y postulador de la causa de canonización de San Juan Diego, hace un recuento de algunos de sus milagros más grandes.

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“Lo primero que hay que decir es que todos los milagros son de Dios, todos los milagros son de Él; sin embargo, ha querido que su primera intercesora sea su propia Madre”.

Los primeros dos milagros

Los primeros milagros por intercesión de la Virgen de Guadalupe ocurrieron en el tiempo de las apariciones. La curación de Juan Bernardino, el tío de San Juan Diego que estaba gravemente enfermo, es uno de ellos.

Otro es el milagro de las rosas, cuando su imagen quedó inexplicablemente grabada en el ayate de san Juan Diego, ante la presencia del obispo Fray Juan de Zumárraga.

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El milagro de la vida

La Virgen de Guadalupe ha sido una gran intercesora especialmente en casos en los que está en juego la vida. Por ejemplo, a ella recurren las mujeres que aún no han recibido la gracia de quedar embarazadas, o que enfrentan un embarazo de alto riesgo.

De hecho, el padre Eduardo explica que el primer milagro documentado de la imagen también es a favor de la vida.

“El 26 de diciembre de 1531, cuando la imagen estaba siendo trasladada a la primera ermita que ya se había terminado, a uno de los indígenas que la acompañaban, accidentalmente se le fue una flecha y mató a un compañero”. 

“Este indígena fue tomado en brazos por sus compañeros y llevado inmediatamente ante la imagen, le pidieron por esta persona y uno de los acompañantes le quitó la flecha del cuello que lo había matado, y resucitó esta persona”.

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El milagro de la unidad

A partir de la conquista, la unidad de indígenas y españoles estaba gravemente en riesgo. Los conquistadores, explica el padre Eduardo Chávez, pretendían esclavizar a los indígenas y comerciar con ellos, a lo que se oponían directamente los primeros evangelizadores, cuya vida también estaba en peligro.

“Es impactante, impresionante desde el mismo momento de la imagen, uno que lo contempla está viendo la unidad de cielo y tierra, está viendo la unidad del sol y la luna, que en la mentalidad indígena estaban en guerra, nunca se unían”.

“Este es uno de los milagros más tremendos y fuertes, la unidad total que logra ella y en un momento apocalíptico, un momento de despedazarse unos contra otros, ella forja esta patria, une esta patria y toma esta piel mestiza con la que hace patente lo que le dijo a Juan Diego: ‘soy tu madre, soy la Madre de todos’”.

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El milagro de la conversión

Por aquellos años, la Evangelización estaba lejos de ser exitosa, algo que cambió radicalmente a partir de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe. 

“Además, a los primeros misioneros querían matarlos porque no querían que bautizaran a los indígenas, como explica Motolinía, para hacer comercios, para esclavizarlos”.

“Otro tremendo milagro, maravilloso, es la apertura del corazón en una verdadera conversión. Es un milagro importantísimo porque aquí interviene la libertad humana, pero ella sabe tocar las semillas del verbo, en una perfecta inculturación, abre su corazón en una perfecta conversión”. 

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