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El amor al dinero es una idolatría que mata y lleva a una codicia sin fin, alerta el Papa Por Álvaro de Juana

ACI Prensa

El Papa Francisco hizo una fuerte denuncia sobre aquellos que viven sólo para el dinero y para poseer bienes, lo que es una “idolatría que mata” a muchos niños.

Francisco aludió a los tiempos actuales en los que hay “tantas calamidades, tantas injusticias”, y deseó que se acerquen a Dios y “no adoren al dios dinero”.

En la homilía que pronunció en la Misa matutina en la Casa Santa, el Santo Padre se refirió a los que intentan “alargar la vida” con el uso del dinero, entrar “en ese movimiento del consumismo desesperado”.

“Es Dios el que pone límite a este estar apegado al dinero. Cuando el hombre se convierte en esclavo del dinero. Y esta no es una fábula que Jesús se inventa: esta es la realidad. Es la realidad de hoy. Tantos hombres que viven para adorar el dinero, para hacer del dinero su propio dios”.

“Tantas personas –continuó– que viven solo por esto y su vida no tiene sentido” y “no saben qué es enriquecerse de Dios”. El Papa contó algo que ocurrió en Argentina: “Un rico empresario, incluso sabiendo que estaba gravemente enfermo, compró tercamente una villa sin pensar que en poco tiempo tendría que presentarse ‘ante Dios’”.

También hoy existen estas personas, gente que posee “tantísimo” frente a “niños hambrientos que no tienen medicinas, que no tienen educación, que están abandonados”. Es “una idolatría que asesina”, que hace “sacrificios humanos”.

“Esta idolatría hace morir de hambre a mucha gente. Pensemos solamente en un caso: 200 mil niños rohinyá (grupo étnico musulmán que sufre persecución en Bangladesh) en los campos de prófugos. Allí hay 800 mil personas. 200 mil son niños. No es una cosa que el Señor decía en aquellos tiempos: no, es hoy”.

“Nuestra oración debe ser fuerte: Señor, por favor, toca el corazón de estas personas que adoran a dios, al dios dinero. Toca también mi corazón para que yo no caiga en eso, que yo sepa ver”.

Otra “consecuencia” es la guerra. “Todos nosotros sabemos qué ocurre cuando hay en juego una herencia: las familias se dividen y terminan odiándose, una a la otra”.

“Enriquecerse de Dios es el único camino. La riqueza, pero en Dios. Y no es un desprecio por el dinero, no. Es el de la codicia, como dice Él: la codicia. Vivir apegado al dinero”, concluyó.

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