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3 preguntas que deben hacerse los jóvenes que tienen miedo a tener hijos

Cada día hay menos matrimonios, la mayoría ha retrasado el compromiso, y muchos parecen no tener en el mapa a los hijos. ¿Qué está pasando?

22 enero, 2024
3 preguntas que deben hacerse los jóvenes que tienen miedo a tener hijos
Muchas parejas tienen miedo a la responsabilidad de tener hijos / Foto: Desde la fe
Creatividad de Publicidad

Distintas investigaciones afirman que muchos jóvenes no quieren tener hijos. Cada día hay menos matrimonios, la mayoría ha retrasado el compromiso, y muchos parecen no tener en el mapa a los hijos.

En 1970 las mujeres en México tenían alrededor de seis hijos, en el 2000 el promedio eran dos; para un futuro próximo la cifra puede disminuir considerablemente.

Cuando se les pregunta a los jóvenes el porqué, nos dicen “el mundo está muy mal”, “el calentamiento global”, “primero trabajar y viajar”, “es muy caro”.

El miedo de los jóvenes

En muchos casos la respuesta empieza con la palabra “miedo”. Miedo a uno mismo, miedo a que no dure la relación de pareja, miedo al compromiso que implica, miedo a renunciar a “mi vida actual”, miedo al embarazo, miedo a educar, miedo a enfrentar la incertidumbre, miedo a perder la identidad, miedo a no “estar a la altura”, a perder la libertad, etc.

Es una postura que deja sorprendidos a personas de otras generaciones. Pero más allá de las estadísticas y del diálogo intergeneracional deberían existir espacios para reflexionar de dónde ha salido esta idea, y si verdaderamente es un camino de realización o una creencia contraproducente.

Muchas veces lo obvio para nosotros no lo es para los demás. Ortega y Gasset ya nos advertía de la diferencia entre ideas y creencias. Y no todas las ideas y creencias son  verdaderas, por más que las creas.

La percepción no crea la realidad, pero sí la colorea

Es importante saber cuestionar las creencias para identificar cuáles son válidas y cuáles no. Todos hemos conocido a un feo que se cree galán, o a un enfermo que se cree sano. Y es un hecho que las creencias sobre la mujer han cambiado mucho.

Antes muchos creían que los hombres sólo traían dinero y las mujeres sólo cuidaban niños y casa. Hoy también millones de mujeres trabajamos fuera de casa y millones de hombres van al súper o a la escuela por sus hijos y no pasa nada.

En muchos ámbitos los cambios han sido muy buenos, en otros no estoy tan segura.

Te recomendamos: ¿Cómo proteger a tus hijos de la violencia?

Las prioridades y los valores han cambiado

Hoy las prioridades, los valores y los comportamientos son otros. Y el punto no es cambiar por cambiar. Hay que valorar qué es lo que sí queremos y qué no nos conviene aceptar y qué debemos transformar.

Un día en la vida de tu abuela es muy diferente a uno de nuestros días. Nacimos sin manual de instrucciones ni garantía adjunta. No da igual qué idea tengamos de dónde buscar la felicidad.

No bastan las buenas intenciones, todos queremos ser felices, no todos lo consiguen. Lo que es seguro, es que nunca el miedo ha sido buen consejero.

Tres preguntas clave para la vida

Alguna vez escuché a un profesor decir que la madurez está en contestar con sinceridad y vivir en consecuencia las siguientes tres preguntas:

1. ¿Quién soy?, identidad.

2. ¿Con quién estoy?, comunidad.

3. ¿Para qué?, misión.

Estas preguntas son importantes para todos. Y cada uno de nosotros las responde con la vida.

Diversos estudios confirman que lo importante ha cambiado. El Dr. Jesús Amaya Guerra afirma que según sus investigaciones lo primero para una joven en 1950 era su esposo, parece que una gran mayoría era “mujer sumisa”.

  1. ¿Quién soy?: esposa.
  2. ¿Con quién estoy?: con mi marido y mis hijos.
  3. ¿Para qué?: ¡para que sean felices!

Encontramos esposas realizadas, y otras frustradas, pero sabían que la felicidad es un producto derivado. Cuando se vive para hacer el bien más allá de la propia nariz, cuando se busca hacer felices a otros, la felicidad cae de rebote.



En 1970 lo primero para muchas jóvenes eran sus hijos, lo típico era la “mujer abnegada”. El mundo conoce la revolución sexual, los hippies, los anticonceptivos, el divorcio. Disminuye el número de hijos por mujer. Contestaban las mismas preguntas de manera un poco diferente.

  1. ¿Quién soy?: mamá.
  2. ¿Con quién estoy?: con mis hijos y mi marido (el orden de los factores cambió).
  3. ¿Para qué?: ¡para que sean felices!

Encontramos mamás felices, orgullosas de su proyecto de vida, de sacar adelante a sus querubines costara lo que costara, y otras no tanto… Pero buscaban la felicidad en la entrega de sí mismas.

En 1990 la prioridad para una gran mayoría de jóvenes era los estudios y el trabajo, el Dr. Amaya le llama “mujer productiva”. Las universidades se llenaron de mujeres y no para encontrar marido sino para preparase y generar cambios. Muchas más mujeres se incorporaron a la vida laboral remunerada.

  1. ¿Quién soy?: alguien que cambia el mundo.
  2. ¿Con quién estoy?: con los que comparten mi lucha, con los que se suman a la causa (movimiento pro mujeres, pro ambiental, pro indígena, o para salvar a la ballena deprimida, pero nos juntamos y hacemos algo).
  3. ¿Para qué?: para mejorar las cosas, dejamos huella.

Hoy muchas de estas mujeres están muy contentas con su vida y algunas no. Pero siguen buscando la felicidad en la entrega. Nos encontramos con otras prioridades…

2010. Según los estudios, para muchas lo primero son ellas mismas, su imagen, sus redes sociales, ropa, zapatos, antro. “Mujer adolescente.”

  1. ¿Quién soy?: yo.
  2. ¿Con quién estoy?: con quien me haga sentir bien.
  3. ¿Para qué?: ¡para disfrutar!

Un cambio antropológico

Aquí hay un giro antropológico muy fuerte. Parece que primero estoy yo, después yo y al final yo. Esto es una trampa. El individualismo, el egoísmo como fórmula nunca lleva a la felicidad, siempre quiere más y deja insatisfecho.  

El ser humano elige, pero no siempre elige bien. Un año más en el calendario existencial no garantiza un aumento de libertad. ¿De qué depende? Si tú no diriges tu vida, alguien lo hará por ti. El ser humano es capaz de autodeterminarse, de construirse a sí mismo.

Si bien la libertad no es absoluta (nadie elige cuándo nacer, en qué familia, con qué temperamento contar, bajo qué circunstancias vivir la niñez), sí puede elegir ser dueño de sí mismo -y no esclavo de los propios apetitos-, sí puede decidir su propio plan de vida.

“¿Qué va a ser de mí? De ti va a ser lo que tú decidas y tú lo decides al optar por un ideal. Esa decisión determina el signo de las mil decisiones que has de tomar cada día” .

Optar por un camino particular (dejando a un lado los 1 demás), cultivar determinadas actitudes necesariamente tiene consecuencias, en última instancia ensancharán el corazón o lo encogerán.

Tener hijos no es una decisión cualquiera

Tener hijos no es una decisión cualquiera. Pero la importancia de la decisión no es motivo para dejarse paralizar por el miedo y huir. No es cuestión de cuántos hijos tener, mucho menos de tenerlos por la razón equivocada, nadie viene a “hacerte feliz”, ni a cumplir expectativas ajenas o cubrir la soledad del corazón.

Nadie tiene derecho al hijo, los hijos tienen derecho a tener papá y mamá y esto es muy diferente. Pero la verdad, es que tener hijos es un don maravilloso. Una aventura espectacular, sorprendente, desafiante.

Es verdad, es una vocación demandante, uno nunca tiene “ex hijos”, siempre serán tus hijos y siempre podrás ayudar o estorbar.

El corazón se agranda y ahora te alegras más y también te preocupas más, los hijos son expertos en ayudarte a crecer saliendo de ti misma, aprendes a ver el mundo de otra manera, experimentas el amor de una manera que nunca imaginaste.

Tener hijos vale la pena

Muchos eventos están fuera de nuestro control, no así la reacción a los mismos. La libertad implica responsabilidad, asumir nuestras decisiones y las consecuencias que se deriven de ellas.

Tener hijos es una gran responsabilidad que vale la pena. Por otro lado, la libertad también tiene su recompensa. Quizá uno de sus rostros sea la autenticidad, la fidelidad a uno mismo. La serenidad y la paz interior son un estado nada despreciable, sustento necesario para el crecimiento interior y la felicidad.

Por último, pero quizá sea lo más importante, sólo el que es libre es capaz de amar y sólo el que ama encuentra la felicidad. Sea cual sea la decisión de los jóvenes, espero sean motivados por la libertad y no por el miedo. La lógica del amor es mucho más recomendable que la lógica del egoísmo.

Y tu ¿qué piensas?





Autor

Directora Centro Anáhuac de Liderazgo y Formación Integral Posgrado en Universidad Anáhuac México 

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