Decía san Juan Crisóstomo que “Iglesia y Sínodo son sinónimos”, porque la Iglesia no es otra cosa que el “caminar juntos” de la grey de Dios por senderos de la historia que salen al encuentro de Cristo el Señor. El Camino para ir al Padre, “ayer, hoy y siempre” es Jesucristo, a quien hay que conocer, amar e imitar; pero el Modo de caminar de la Iglesia siempre ha sido la Sinodalidad. Sin embargo, durante mucho tiempo se dejó de profundizar en este modo de caminar, hasta que el Papa Juan Pablo II y sobre todo el Papa Francisco despertaron de su sueño este método eclesial que se diluía sin dejar que se hiciera notar con todas sus bondades para la evangelización. Aclaremos algunos malentendidos que se refieren al uso omipresente del término sinodalidad; veamos qué no es la Sinodalidad, para encontrarnos con lo que sí es.
La sinodalidad no es un eslogan de temporada
¿Estamos ante una palabra talismán en eclesiología? ¿Es el atributo sinodal una nueva propiedad de la Iglesia junto a las notas de unidad, santidad, catolicidad, apostolicidad?
Sería un pecado si la sobreexposición del término ‘sinodalidad’ provocase confusión y al final desuso, con una utilización enfática e inflacionaria en el tiempo, debilitando en el rito rutinario de su irreflexiva y empalagosa repetición, una palabra tan cargada de significado.
La sinodalidad no es un contenido, sino un método
“El camino de la Iglesia es éste: reunirse, unirse, escucharse, discutir, rezar y decidir. Y esta es la llamada sinodalidad de la Iglesia, en la que se expresa la comunión de la Iglesia” (Meditación de la misa de Santa Marta, Papa Francisco, 28.IV.2016). Por tanto, como método, se puede aplicar a los contenidos que preocupan en la vida y la pastoral de la Iglesia.
La sinodalidad no es ni el camino más fácil, ni el más rápido
Un proverbio africano que cita el Papa Francisco dice: “si quieres llegar rápido ve solo, pero, si quieres llegar lejos debes ir en equipo”. Existen quienes quieren cambios, pero también hay que preguntar ¿quién está dispuesto a cambiar? Todos quieren cambios estructurales, pocos cambios personales.
La sinodalidad no es un camino para democratizar la Iglesia
¿No socava este concepto la función de la autoridad del ministerio jerárquico de derecho divino? La sinodalidad no es una encuesta de opinión; no es el sondear u obtener el parecer de los fieles, como si se tratase de actualizar la Doctrina de la Iglesia según los gustos y las tendencias que recaban un mayor agrado.
Sinodalidad no es uniformidad
Vamos juntos, pero no revueltos, tampoco cada uno por su lado.
En suma ¿qué decimos cuando decimos “sinodalidad”?
La sinodalidad Sí es “Todo el Pueblo de Dios caminando juntos en la escucha del Espíritu Santo y la Palabra de Dios para participar en la misión de la Iglesia en la comunión que Cristo establece entre nosotros” (Vademécum para el Sínodo sobre la sinodalidad).
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