Por P. Sergio Armando González
Viendo unas obras de arte tan imponentes como las del Estado Vaticano, se pensaría que hay mucho dinero como en los palacios de los poderosos. Sin embargo, se olvida que esas mismas obras son patrimonio de la humanidad, que no pueden ser comercializadas como tal, y su mantenimiento y gestión requiere un gasto tan enorme como su valor y tamaño.
Pese a ello, el Vaticano sostiene muchísimas obras humanitarias en todo el mundo que no son tan vistosas como sus palacios y que por eso no se habla de ellas. Por otra parte, la misión no es algo que se resuelva con recursos económicos, sino que más bien es el anuncio del Evangelio a través de la palabra y el testimonio. En este sentido, todos los fieles – donde quiera que se encuentren – contribuyen a esta misión: moral y materialmente.
*El padre Sergio Armando González es licenciado en Teología Bíblica por la Universidad Gregoriana. Actualmente es formador del Seminario Conciliar de México y párroco de la comunidad de San Pedro Apóstol en Tlalpan.
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