Caminaba por la calle con un amigo, cuando se dio esta conversación:
-¿Te das cuenta que siempre el pasto de las banquetas es verde? En cambio, el de mi jardincito, siempre está amarillo. Y ve los perros de la calle, siempre están sanotes, mientras que el mío se enferma
a cada rato.
Iba a decirle mi opinión sobre el pasto y los perros, pero él continuó expresando sus molestias al ver pasar un auto viejo.
– Y mira esa carcacha, toda vieja, pero moviéndose, en cambio mi carro, descompuesto en casa, y yo en camión.
-Estaba a punto de mostrarle un auto abandonado al otro lado de la calle, pero comprendí que mi amigo estaba en modo negativo, y que no iba a escuchar razones.
Él no estaba conversando, estaba en un monólogo pesimista, centrado en todo lo malo que supuestamente le pasaba.
Lo conozco, sé que a su jardín le hace falta trabajo y cuidado, no lo tiene, y por eso siempre está amarillo. A su perro lo alimenta con sobras, y muchas veces se le olvida darle de comer; y de su auto, se limita a echarle gasolina y nunca le da mantenimiento.
Mientras mi amigo siga centrado en todo lo bueno que tienen los demás, difícilmente aceptará que podría estar mejor, pero no quiere.
Cada quien tiene consecuencias de sus decisiones, no cuidar a una mascota, un jardín o un auto, los lleva al deterioro. Con la familia pasa lo mismo.
Seamos agradecidos con lo que tenemos y responsables de su cuidado.
*Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.
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