El maestro estaba en su cubículo revisando exámenes, cuando recibió la visita de un hombre joven. Creyó reconocer en él a un estudiante, pero después de tantos años y tantos grupos, era difícil asegurarlo.
-¿Me recuerda, maestro? -preguntó el joven.
-Creo que sí, pero te ves cambiado- respondió el maestro, esperando más información que le pudiera dar pie a continuar la plática.
-Entiendo que con tantos alumnos, sea un poco difícil -continuó- además de que la clase que tomé con usted fue hace ya quince años. Sin embargo, yo lo recuerdo, y muy bien. En un tiempo de mi vida, llegué a creer que nada tenía sentido. Caí en una fuerte angustia y lo único que me mantenía con vida era su clase. Usted siempre me trató de manera especial, me hizo sentir valioso, se esforzó porque yo aprovechara y entendiera. Me hizo ver que tenía mucha más capacidad de la que yo me imaginaba y fue por usted que me sentí motivado a permanecer en la prepa y después a hacer el examen en la universidad.
Cuando le pedí asesoría sobre la energía potencial, que yo no entendía, me explicó de tal manera y con tanta paciencia que lo pude comprender. Pero lo mejor fue que al final me regaló una frase que aún atesoro: “Si una piedra, por su sola posición tiene una energía potencial, imagínate tú, que eres un milagro de Dios, toda la energía que tienes dentro de tu ser”.
Por eso estoy aquí, maestro, para agradecerle ser ese motivador entregado.
Sobra decir que el experimentado profesor sintió que su cubículo era más grande y mucho más iluminado.
El Santo Padre recibió un baloncesto a manera de obsequio por parte de jugadores de…
¿Cuál es el aporte de la Iglesia Católica en un mundo sacudido por guerras y…
¿Qué podemos aprender de este episodio ocurrido en México? El P. Medel reflexiona sobre lo…
En el marco del Último Informe de Gobierno de AMLO y del inicio de la…
El verdadero Edén es el corazón humano en donde Dios mismo quiere pasear sabiendo que…
Esta web usa cookies.