Andando un servidor un poco apurado, una agobiada mujer me sorprende por un pasillo de la Iglesia, cuando iba saliendo de la Capilla del Sagrario para ir a atender una junta programada, cuando me interpela:
Padre, ¿tiene tiempo?
Y como esas veces que ya sabes qué tienes que responder, le contesta uno, mirándola fijamente a los ojos:
– Sí hija, dime, – indicándole con estos gestos, que es necesario irse al grano:
Padre, siento que Dios se ha alejado de mi…
-¿Porque lo dices? ¿vas a misa, visitas el santísimo, haces oración?
No padre, no tengo tiempo
-¿Cómo que no tienes tiempo?
Lamentablemente así es padre
-Pero, ¿cómo quieres que Dios esté cerca de ti, si tu no le dedicas tiempo?
Es que trabajo mucho
-No hay trabajo por importante que sea, que te impida acercarte a Dios.
Es que soy policía, padre
-Ahhh, ¿y qué turnos tienes?
Pues 12 x 24, y algunas veces 24 x 24, pero apenas alcanzo a ir a mi casa, recojer y lavar la ropa, hacer de comer, descansar un rato, cuando ya tengo que regresar al trabajo.
-Te comprendo, tuve la gracia de ir los domingos a celebrar misa con los policías del Estado por casi dos años, y sé de qué se trata…
¿En serio, padre, en verdad conoce nuestro campo?
-Por supuesto, y también celebré misa ahí en momentos importantes, por policías caídos en batalla, en el cumplimiento de su deber.
(Se le iluminaron los ojos, y su rostro triste, obscuro y gris cambió de aspecto, y su sonrisa brotó a flor de piel).
-Celebro misa los domingos a las 11 am, en la Basílica de la Purísima, le dije
Padre, – me miró dulcemente-, tengo a mi hija que va a cumplir XV años
-Con gusto celebro su misa. Te espero este próximo domingo para ponernos de acuerdo
Eso fue hace casi un año, y la sigo esperando…
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