Los agentes educativos tenemos delante de nosotros un fenómeno que ya habíamos experimentado aquellos que cursamos la primaria en los años 70 y 80´s del siglo pasado: Llenar nuestros cuadernos con información que alguien más había pensado y escrito previamente. Algunos con monografías de la papelería, otros consultando una enciclopedia, al final, siempre resultaba una copia, y con una ilustración de por medio, todo quedaba listo para que la maestra pudiera calificar.
Más adelante, se instauró un algoritmo manual llamado Ctrl+C, Ctrl+V, también conocido como Copy+paste; con lo cual san Google permitió que rápidamente se encontrara la información y sin necesidad de transcribir, ahora solamente se pasaba de la red a un documento1.doc que tendríamos que darle formato, ponerle nombre y entregar el trabajo. Seguíamos dependiendo de lo que alguien había pensado, escrito y compartido en la red.
Así, llegamos al día de hoy, donde ilustraciones, ensayos, frases, videos pueden ser hechos con tan solo proveer de ciertos criterios al algoritmo. ¿Estamos forjando criterios para que las nuevas generaciones sepan buscar, discernir, aprovechar y mejorar lo que está en el mundo?
No existe un examen más retador que aquél a libro abierto, porque es necesario comprender lo que se pregunta, relacionar lo que se conoce y buscar lo que se necesita para construir una propuesta. Todo ello requiere de formación del criterio, de un pensamiento crítico para saber navegar en altamar y saber con claridad a dónde se va.
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