En ocasiones es difícil enfrentarse a lo pesado de la monotonía, día con día lidiamos con nuevos retos y emociones negativas de las que es complicado escapar cuando aparecen, y a las batallas personales hay que anexarles situaciones como la violencia, el crimen, las carencias económicas, lo que convencido estoy en múltiples circunstancias impide que vayamos con la actitud positiva y con una sonrisa en el rostro.

Ante un mundo plagado de agresividad, probablemente una de las mejores armas para repelerle sea sonreír, ¿han notado el cambio en la actitud cuando saludamos con un tono amable y una sonrisa?, ¿la forma en la que nuestro interlocutor casi de forma instintiva responde imitándonos?, ¿la manera en la que se modifica el ambiente cuando la calma y una risa acompañan nuestro actuar?

Cuando entendemos que el presente es un regalo invaluable otorgado por Dios, nos damos cuenta que aferrarnos a un sentimiento negativo producirá muchos más daños que beneficios, por otro lado, químicamente se ha identificado que sonreír libera endorfinas, serotonina y otros analgésicos naturales los cuales contribuyen a aumentar el bienestar y reducir los niveles de estrés. Incluso expertos afirman que la sonrisa es también un excelente mecanismo de homeostasis fisiológica, es una forma de restablecer tanto nuestro equilibrio fisiológico como psicológico.

No olvidemos que una sonrisa siempre será sinónimo de confiabilidad, sinceridad y serenidad, el tema ha sido digno de análisis en ramas como la psicología, la sociología, la comunicación y la política, de acuerdo al estudio de la editorial académica independiente estadounidense, Sage Publications, la cual explora el poder contagioso de la sonrisa e investiga el comportamiento y expresiones faciales de las personas en entornos públicos afirma que: “más de la mitad de los sujetos respondieron con una sonrisa a una sonrisa de un desconocido, mientras que pocos respondieron a un ceño fruncido con un ceño fruncido”.

Tampoco se trata de fingir una mueca con la intensión de generar empatía, porque hay que aceptar que es un gesto que por su espontaneidad permite detectar rápidamente su falsedad y esto podría producir exactamente aquello que se evita: animadversión, e incluso tensar mucho más el ambiente porque podría interpretarse como una burla.

De lo que sí podemos estar seguros es que aunque creamos que frente a situaciones de estrés o ante una discusión sonreír no hará una diferencia sustancial ¿por qué no intentarlo?, ¿por qué no enfrentar la indiferencia y la hostilidad con algo tan sencillo, pero radical como una sonrisa? Decidámonos a amar a nuestro prójimo.

*Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.

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Los artículos de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe

Simón Vargas Aguilar

Consultor en temas de seguridad, justicia, política, religión y educación.

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