Lectura del Santo Evangelio

Y haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían. Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: “Aléjate de mí, Señor, que soy un hombre pecador”. Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado.

Y lo mismo, les sucedió a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: “No temas. Desde ahora serás pescador de hombres”. Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron (Lc. 5, 6-11).

Los pescadores de Galilea

La lectura que encontramos hoy es única del evangelista san Lucas. San Juan también nos presenta una pesca milagrosa, pero se da después de la resurrección del Señor (cfr. Jn 21). En cambio, san Lucas nos lo presenta justo al principio del ministerio en torno al lago de Genesareth.

La descripción de las circunstancias es muy parecida a los demás relatos de Jesús en Galilea, por ejemplo las narraciones de la multiplicación de los panes o el sermón de la montaña. Todos ellos mencionan a la gente rodeando a Jesús.

El autor sagrado no se interesa en este caso por el contenido del discurso, sino por lo sucedido a continuación, a saber, el mandato a Pedro de internarse en el lago y pedirle que tirara las redes. De acuerdo con las tradiciones pesqueras, el mejor momento para la pesca es la temprana madrugada, no la media mañana.

Al parecer Jesús estaba cometiendo un desatino y Simón se lo hizo notar, sin embargo manifestó un acto de fe: “en tu nombre lanzaré las redes”. La pesca puede tener relación simbólica con el ministerio de Jesús. Mucha gente se agolpaba en torno a Jesús para ser curada e instruida, pero realmente eran reservados para la salvación. Pescar hombres es la actividad de Jesús durante su ministerio en Galilea. La pesca parece estar relacionada con la convocatoria, por medio de la predicación.

Es decir que la palabra de Jesús, como la red, se lanza y atrapa a todo tipo de personas, pero este mensaje provoca mucho más que un seguimiento. Jesús como proclamador del Reino al pescar al hombre lo regenera para la vida eterna. La promesa del Señor a los discípulos nos hace referencia a que Jesús les propuso participar de su ministerio. Los pescadores de Galilea, a pesar de ser expertos, habían fallado en interpretar que no era la hora oportuna, pero con Jesús alcanzarían un nivel impensado.

La fe en Jesús no admite reclamo o cuestionamiento, así parece reflejarse en la reacción de Simón Pedro al ponerse a los pies del Señor e implorar perdón. Jesús nunca se detuvo a analizar el pecado. Simplemente confirma su misericordia otorgándole a aquellos hombres una misión.

Mons. Salvador Martínez

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