En México votar en las elecciones es un derecho y no una obligación. Cada ciudadano decide si lo hace valer o no. En algunos países del mundo votar es una obligación y no hacerlo se penaliza.

El no votar como protesta ante los partidos y sus candidatos en nuestro país no tiene ninguna repercusión. Eso votos se suman, pero no cuentan en el resultado. Es solo una estadística. 

La abstención en cualquier país, el nuestro no es la excepción, tiene a beneficiar al partido oficial, que cuenta con un voto duro que le es fiel. No ir a votar es, se quiera o no, ponerse del lado del oficialismo.

Así, en los hechos, no ir votar como protesta, anular el voto o abstenerse es darla a otros el poder de la decisión. Es entregarles mi derecho a decidir. No hay de otra.

Los gobiernos con un sólido voto duro, de manera burda o sutil, siempre realizan acciones que pretenden desanimar la participación de los electores, para evitar estos neutralicen la ventaja que le dan sus simpatizantes, que se sabe sí irán a votar.

En una sociedad democrática siempre la elección es entre dos proyectos: la continuidad o el cambio. El partido en el gobierno representa la continuidad y la oposición el cambio. 

Así, los votantes en la elección de 2024, por la presidencia y los integrantes del Congreso, tienen solo esas dos opciones; el cambio o la continuidad. No hay más.

La continuidad la representa el oficialísimo, pero puede haber distintas fuerzas opositoras que se proponen como el cambio. Los electores son, entonces, quienes deben de optar por unos y otros.

El elector que quiere la continuidad, por las razones que sea, solo tiene la opción de votar por el partido en el poder. No hay más.

Quien opta por el cambio puede tener varias posibilidades. En la elección de 2024, todo indica, que habrá dos opciones, la que representa la alianza PRI-PAN-PRD y la del MC.

Para el elector que quiere el cambio abre necesariamente un espacio de reflexión antes de emitir su voto, que quiere sea eficaz y no solo testimonial.

Si quiere el cambio tiene que elegir a la opción que tiene más posibilidades, de las dos alternativas que se le presentan, y para eso tiene que decidirse por el “voto útil”. Es decir, dar su voto al opositor que puede ganar.

Lo anterior en independencia si es o no la alternativa con lo que más se identifica. Se trata de que su voto realmente influya en la decisión y no solo sea expresión de una simpatía.

Todo indica que la elección presidencial y por el Congreso en 2024 estará polarizada entre la alianza Morena-PT-PVEM y la alianza PRI-PAN-PRD.

Estas y no otras son las reales fuerzas políticas que pueden ganar, una representa la continuidad y la otra el cambio a lo que ahora está. Es decisión de cada uno de los electores.

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Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

Rubén Aguilar

Rubén Aguilar Valenzuela es profesor universitario y analista político.

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