Comentario al Evangelio

Estar despiertos, estar vigilantes, que de ello depende nuestra salvación

 Evangelio según san Mateo ( 24, 37-44):

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Así como sucedió en tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Antes del diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca. Y cuando menos lo esperaban, sobrevino el diluvio y se llevó a todos. Lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre. Entonces, de dos hombres que estén en el campo, uno será llevado y el otro será dejado; de dos mujeres que estén juntas moliendo trigo, una será tomada y la otra dejada.

Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor. Tengan por cierto que si un padre de familia supiera a qué hora va a venir el ladrón, estaría vigilando y no dejaría que se le metiera por un boquete en su casa. También ustedes estén preparados, porque a la hora que menos lo piensen, vendrá el Hijo del hombre”.

Comentario al Evangelio: 

Nuestra fe cristiana se caracteriza por ser el seguimiento de una persona. Seguimos a Cristo, cargando nuestra cruz de cada día, por este motivo, cuando Nuestro Señor Jesucristo habla del fin del mundo tiene como presupuesto que nosotros somos caminantes, somos personas en vía de salvación.

Una característica fundamental del seguimiento es la perseverancia que en este dicurso que se leyó el día de hoy se expresa como estar despiertos, estar vigilantes. La comparación que usa Nuestro Señor es vigilar como vigiló Noé, o más bien, evitar la despreocupación que caracterizó a los contemporaneos de Noé, los cuales perecieron todos el día en que Noé entró en el arca y comenzó el diluvio.

Dios no destinó a nadie a su perdición o propia destrucción, sino a su salvación pero pesa sobre cada persona la responsabilidad sobre su propia salvación. Por este motivo también, Nuestro Señor habla de personas que serán tomadas, es decir salvadas y personas que serán dejadas, es decir, rechazadas para la salvación. Esto no depende de Dios sino del género de vida que cada quien llevó.  Por tanto, velar, estar despiertos significa llevar un estilo de vida conforme al liderazgo de Nuestro Señor, estar atentos al destino que nos procuran nuestros hábitos.

Por último, es necesario recalcar que vivir bien no es una forma de ser que se adopta en los últimos momentos de la propia vida, vivir bien significa vivir bien hoy resolver cotidianamente la presencia de Dios y su buena noticia en nuestras obras, de tal manera que sin saber ni el día ni la hora de su vuelta estemos viviendo ya el estilo de la vida eterna.

Mons. Salvador Martínez

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