De acuerdo al diccionario, se dice que un mayordomo es “el criado principal a cuyo cargo estaba la protección de alguna casa o hacienda”.

Este concepto representa el mejor modo como nos deberíamos vincular con la tierra, ya que en términos bíblicos, un mayordomo es quien administra y cuida de la propiedad de otra persona, en este caso, de Dios (Cfr. 1 Cor 4, 1-2).

Si aplicamos la mayordomía al cuidado de la casa común, descubriremos que cuidar del ser humano, de los animales, de las plantas, de la tierra, del agua, de todo ser vivo en general, es una tarea a la que no podemos ni debemos renunciar y que hemos heredado.

Desde el libro del Génesis, nuestro Padre Dios nos hizo el regalo de la creación, por lo tanto somos responsables de su cuidado y de su conservación no sólo como seres humanos, sino también como cristianos. El tema del cuidado integral es central para el Papa Francisco, él constantemente nos invita a discernir que “cultivar y custodiar la creación es una indicación de Dios dada no sólo al inicio de la historia, sino a cada uno de nosotros” (Audiencia del 5 de junio de 2013).

En el Documento de Aparecida, continuamente se invita a “una conversión personal y un cambio de vida integral” (cfr. 226, inciso a), ante una sociedad que en lo general apuesta por una utilización salvaje de los recursos.

Para reforzar este punto, quiero retomar la carta del 23 de agosto que de manera común hicimos en la Comisión Episcopal de Pastoral Social y específicamente en las Dimensiones de Pueblos Originarios y Afromexicanos y del Cuidado Integral de la Creación, con motivo de la catástrofe ecológica que el incendio en la Amazonia está causando a nivel mundial:

“Nos duele en lo más hondo de nuestro ser esta destrucción, el deterioro al medio ambiente.

Este desastre es antropogénico, por lo que es urgente un cambio de paradigmas en el mundo; el que ahora estamos viviendo de consumo y de descarte, nos ha llevado a cosificar la tierra, a abusar de ella, como señala la Encíclica Laudato Sí: ´Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella (n. 2), consecuencia de ello; es la tragedia que vive este bioma del planeta.

Alzamos nuestra voz y la unimos a la de muchos hermanos y hermanas que sienten en su corazón el dolor y muerte en nuestra casa común y altar del compartir humano para pedir a las entidades políticas internacionales y a aquellos gobiernos que tienen en sus manos la solución para combatir y prevenir los incendios que lo hagan de manera urgente, pues está en riesgo la vida de todos los seres vivos que la habitan, y el futuro de las generaciones.

El desastre en la Amazonia nos recuerda que nuestro territorio está en peligro, ya que en nuestra casa común todo está interconectado (Carta por la Amazonia de la Comisión Episcopal de Pastoral Social, párrafos 3 y 4). En esa conexión estamos la humanidad, la creación y el Creador.

Para custodiar la creación requerimos una postura de humildad, gratitud, afecto y responsabilidad. Hay varias maneras prácticas y sencillas de hacerlo: prestar atención al consumo propio, al estilo de vida y ayudar a cuidar la tierra utilizando fertilizantes y herbicidas menos agresivos, evitar las semillas transgénicas.

Es necesario cuidar especialmente de nuestros bosques. Promover la elección de alimentos producidos localmente, reciclar y usar el agua responsablemente.

Como mayordomos de la creación de Dios, hemos de entender que cuidar de la tierra es una responsabilidad, un regalo, pero también un privilegio.

Concluyo con esta oración:

Padre Amado, en este día elevo una oración para pedirte por nuestro planeta, especialmente por la Amazonia, y te pido primero que nos perdones porque somos nosotros los que estamos destruyendo el hogar que tú nos has dado con tanto amor, no hemos sabido valorar todo lo que nos has dado y poco a poco lo estamos destruyendo.

Te pido nos perdones y tengas misericordia de nosotros, yo sé que para ti no hay nada imposible, te pido mi Dios por cada persona que se encuentra en ese lugar, que tú los guardes de todo peligro.

Tú has creado cosas hermosas para nosotros, permítenos seguir disfrutando de esta hermosa creación y permite también que lo que no habíamos valorado lo valoremos de ahora en adelante, nuestra vida y nuestro hogar, que es este planeta.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Amen.

P. Engelberto Polino Sánchez

Es Obispo Auxiliar de Guadalajara y responsable de la Dimensión del Cuidado Integral de la Creación de la Conferencia del Episcopado Mexicano.

Entradas recientes

Congreso Eucarístico Internacional en Ecuador: ¿Qué significa ante la convulsión política que sufre América Latina?

¿Cuál es el aporte de la Iglesia Católica en un mundo sacudido por guerras y…

3 semanas hace

¿Quién tuvo la razón: el sacerdote, la mamá o las mujeres del equipo de liturgia?

¿Qué podemos aprender de este episodio ocurrido en México? El P. Medel reflexiona sobre lo…

3 semanas hace

Queremos un gobierno para todos

En el marco del Último Informe de Gobierno de AMLO y del inicio de la…

3 semanas hace

Pon la basura en su lugar

El verdadero Edén es el corazón humano en donde Dios mismo quiere pasear sabiendo que…

3 semanas hace

Misal Mensual Septiembre 2024 – Santa Misa (Con las Lecturas y el Evangelio del día)

Descarga gratis el Misal Mensual en PDF de Septiembre 2024, un libro litúrgico que te…

3 semanas hace

Vecindad solidaria

La solidaridad no es un acto aislado, sino una responsabilidad compartida

3 semanas hace

Esta web usa cookies.