Columna invitada

RCP: una propuesta para tiempos de pandemia

Voy a pescar –dijo Pedro–, regresando al lugar donde había estado muchas veces con el Maestro, al trabajo que conocía perfectamente, su medio de sustento.

Una noche oscura, sin resultados para los pescadores experimentados, que hacían su trabajo hasta con los ojos cerrados. La luz del sol les permitió ver a quien les iba a devolver la esperanza en su trabajo: Jesús, el resucitado.

Al reconocerlo, Pedro no dudó en ir hacia Él; las redes estaban llenas no sólo de pescados, sino de la alegría que brota del encuentro y del desayuno de aquella mañana con el Amigo.

Cambio de lugar

Una vez que las escuelas establecieron el modelo de educación a distancia, los padres, madres, abuelos y todos los que somos responsables de las nuevas generaciones nos preguntamos: y ahora, ¿qué hacemos?

La dinámica familiar cambió y nos cayeron varios “veintes” (como decimos aquellos que nos llegamos a formar en la caseta telefónica para referirnos a la toma de conciencia de algo): del trabajo que hacen los maestros en la escuela, de la importancia de la convivencia en la escuela, del tiempo que dedicamos a nuestros hijos, organizar la logística para el trabajo, etc.

Salgamos a pescar

Después del desasosiego y la inmovilidad generada, diversas comunidades comenzaron a activarse, se lanzaron al océano de las redes sociales, a navegar en el océano de lo digital. Los retos comenzaron a presentarse, no obstante, en el más fiel estilo mexicano: ¡vámonos! sobre la marcha nos fuimos acomodando, en nombre sea de Dios.

Ahora una pantalla era el medio de contacto con los niños y las familias, algunos comenzaron a grabar videos, decían que era lo que se tenía que hacer; otros a realizar “lives” citando a los niños a la misma hora que tenían la reunión en la parroquia. Se había activado, como se pudo, el proceso como lo conocíamos, regresamos al mar de Galilea a seguir pescando.

No obstante lo anterior, hay una factor clave en los itinerarios de formación de fe en la parroquia: la creación de comunidades que permitan la reactivación pastoral.

Los padres de familia estamos asistiendo a nuestros hijos conectándolos a su “clase” de catequesis. ¿Y eso es todo? ¿acaso no sentimos la necesidad de conectarnos con otras familias? La creación de pequeñas comunidades es clave para sentirnos acompañados, identificados, pertenecientes al proyecto de Jesús y a una gran comunidad llamada Iglesia.

La catequesis de iniciación cristiana se constituye, ahora más que nunca, como un vehículo vinculante para que todos los papás y padrinos se puedan involucrar en el procesos de formación de las nuevas generaciones, no tanto ya de manera puntual con un par de retiros al año, sino formando parte de una comunidad de aprendizaje a través de alguna plataforma como Whatsapp, donde el catequista se convierta en un facilitador para con las familias, quienes a su vez nos corresponde acompañar a nuestros hijos en la fe.

Esta modalidad se vive ya en diversas comunidades de las diócesis de México, Teotihuacán, Texcoco, Ecatepec. Gracias al Programa “Revitalización de Comunidades Parroquiales” (RCP), de PPC México, cada semana estas comunidades de papás y catequistas reciben varios elementos que activan la conversación entre ellos relacionados directamente con el contenido de los libros de sus hijos: audios, infografías y guías para los catequistas. Con ello, se activa en comunidad una catequesis para adultos que facilita el diálogo con sus hijos.

La revitalización de la parroquia mediante estas comunidades facilita a los párrocos contar con el pulso de la realidad y actuar en consecuencia, los adultos que participan en ellas tienen un lugar para compartir su realidad, se incentiva la asistencia a misa (presencial o virtual), y principalmente: los padres de familia asumimos nuestra responsabilidad como formadores en la fe de nuestros hijos.

Sigamos intentando la pesca, el Maestro nos irá diciendo como echar las redes en nuestro hogar, en nuestra comunidad, nuestra parroquia, utilizando los medios que tenemos a la mano para construir un mundo mejor desde la alegría, la compasión y la paz en el Señor.

*Abraham R. Flores es Director de PPC-México.

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Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.

 

Abraham Flores

Educador. Casado y padre de tres hijos. Ingeniero químico con estudios de filosofía, antropología, teología e impro teatral. Desarrollador de procesos creativos para empresas, instituciones (eclesiales y gubernamentales), organizaciones de la sociedad civil. Evaluador de proyectos de inversión y consultor en procesos de desarrollo del cliente. Flp 4,13.

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