Como sucede con otros conceptos en la Doctrina Social de la Iglesia (DSI), no hay definición precisa de este término. No obstante, a lo largo de sus principales documentos se pueden señalar algunas claves para su comprensión. Particularmente, desde Rerum Novarum se señala implícitamente que los esquemas tradicionales de justicia son insuficientes para atender los grandes problemas sociales. En Quadragesimo anno se habla de justicia social y aunque a partir de entonces no se ha empleado el término con rigor, sí han permanecido en el magisterio social varias ideas clave que nos permiten comprender qué justicia buscamos:
Así, podemos constatar que la noción de justicia que predomina en la DSI es principalmente estructural. Esto implica que se aleja de visiones meritocráticas, donde la responsabilidad de las situaciones adversas como la pobreza recae exclusivamente en los individuos. Pero también difiere de las visiones fatalistas que conciben que el cambio no es posible por la perennidad de los problemas sociales. En cambio, como bien rescata el papa Francisco de la tradición patrística, la noción cristiana de justicia se basa en la idea de la devolución. Es decir, que “cuando resolviendo en el derecho, damos a los pobres las cosas indispensables, no les damos nuestras cosas, ni la de terceros, sino que les devolvemos lo que es suyo.”
Además, en los padres de la Iglesia, la reflexión y la acción sobre la justicia están íntimamente ligadas a la equidad y la pobreza. Pues señalan que la injusticia priva al prójimo del reconocimiento de su propia dignidad, atentando contra la comunión cristiana. Por ello, la brecha entre ricos y pobres es objeto de una denuncia profética constante y severa. Y si bien, hay quienes señalan que, en lo general, los padres consideraban a las riquezas como moralmente neutras, éstos son muy cuidadosos en denunciar que la desigualdad entre ricos y pobres no responden al querer divino, sino que son consecuencias de la injusticia cometida consciente o inconscientemente por los acaudalados y poderosos. Además, con frecuencia insisten en que la acumulación siempre es injusta. Por ejemplo, San Ambrosio equipara la acumulación con la usurpación y San Basilio con el robo, pues le estamos quitando a alguien su parte de los bienes creados.
En este sentido, se entiende la vinculación de la búsqueda de la justicia con la misión evangelizadora de la Iglesia. Pues la evangelización, además de anunciar el Reino de Dios, tiene una dimensión profética de denuncia de todas las condiciones que impiden su instauración.
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