En eso, siempre escuchando, el imponente Cerro de la silla, volteó, y alcanzó a ver a un diminuto hombre -que se quejaba de pequeñeces-, y recordó los amargos estragos producidos por los huracanes Gilberto, Alex y Hanna, que desquiciaron la ciudad, y destrozaron las grandes avenidas al margen del Río Santa Catarina (Morones Prieto y Constitución, incluidas). Por lo que el imponente y emblemático Cerro, con despecho y gallardía, desde el Pico Norte, dirigiéndose al hombrecillo, le espetó:
¡ El malehecho serás tú !

 

Más artículos del autor: Esa tarde en el parque, una pareja discutía…

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Mons. Alfonso G. Miranda Guardiola

Es Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey.

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