Columna invitada

Los cuatro nuevos beatos que tendrá América Latina

El próximo 22 de enero en San Salvador, El Salvador, tendrá lugar la ceremonia de beatificación de cuatro nuevos beatos: son el padre Rutilio Grande, SJ., el señor Manuel Solórzano, el joven Nelson Lemus y el padre Cosme Spessotto OFM.

Ellos fueron asesinados por Escuadrones de la Muerte financiados por la ultraderecha salvadoreña. Su crimen fue predicar el Evangelio y comprometerse con los más pobres. Eso era visto por los fascistas salvadoreños como un atentado al sistema social imperante promovido por ellos. Son los mismos que asesinaron al obispo Oscar Arnulfo Romero, hoy santo.

El sacerdote jesuita Rutilio Grande fue acribillado en una emboscada el 12 de marzo de 1977 en Tres Cruces, en El Paisnal, una localidad cercana a la parroquia de Aguilares que atendía.

Con él también fueron asesinados los laicos que lo acompañaban; Manuel Solorzano, de 72 años, y Nelson Rutilio Lemus, de 16. Los tres han sido declarados beatos.

El sacerdote italiano Cosme de Spessotto fue ejecutado el 14 de junio de 1980 mientras se encontraba arrodillado en un banco de la iglesia de San Juan Nonualco, que estaba a su cargo. En su parroquia también construyó talleres para enseñar a los niños un oficio y una escuela primaria. Él también ha sido reconocido como beato.

El asesinato de estos cristianos, mártires de la fe, ocurre en tiempos que la oligarquía salvadoreña y los grupos políticos de carácter fascista se sentían amenazados, por la posibilidad de un cambio en su país.

Consideraban inadmisible el compromiso de la Iglesia y sus pastores con los grupos más desfavorecidos y rechazaban su predicación que pedía una sociedad más justa y evangélica.

Es el tiempo que también es asesinado el arzobispo de San Salvador, Oscar Arnulfo Romero. Los Escuadrones de la Muerte lo matan el 24 de marzo de 1980 mientras celebraba misa en el hospital donde vivía.

Romero y Grande se conocieron en el Seminario de San José de la Montaña en San Salvador y siempre mantuvieron una amistad muy cercana.

El proceso de Romero de entender la problemática social de su país, de manera estructural, siempre estuvo comprometido con los pobres, ocurre tras el asesinato de su amigo.

La causa de beatificación de estos mártires se acelera con la llegada del Papa Francisco. Él ha dicho: “Yo a Rutilio lo quiero mucho. En la entrada de mi cuarto tengo un marco que contiene un pedazo de tela ensangrentada de Romero y los apuntes de una catequesis de Rutilio”.

 

Twitter: @RubenAguilar

Rubén Aguilar Valenzuela es profesor universitario y analista político.

Más del autor: El arzobispo Desmond Tutu, un hombre bueno y valiente

 

Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

 

Rubén Aguilar

Rubén Aguilar Valenzuela es profesor universitario y analista político.

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