“Honrarás a tu padre y a tu madre”, dice el cuarto de los diez mandamientos. Y nuestro deber como comunidad es no limitarnos sólo a mostrar respeto a quien es parte de nuestra familia. Agreguemos una disposición más a nuestra vida diaria: honremos a nuestros abuelos y, mejor aún, honremos a todas las personas mayores. ¿Qué implica ello? No sólo tratar de protegerles y procurarles, sino también reconocer que son personas con una vida digna y con la posibilidad de crecer y de autorrealizarse.
Podemos empezar a cuestionarnos, ¿qué nos viene a la mente cuando escuchamos la palabra viejo? Si nuestra respuesta está relacionada con algo “desgastado” o “cansado”, tenemos que trabajar con nuestra percepción. Lo viejo, por sí mismo, tiene una esencia de sabiduría, de experiencia, una construcción distinta y casi antagónica a lo inmediato, lo efímero.
El pasado jueves, previo al Día del Abuelo, en el Consejo Ciudadano realizamos un seminario virtual con la Secretaría de Inclusión y Bienestar Social, a cargo de Almudena Ocejo, con la Alianza de Organizaciones para Adultos Mayores AC – REDAM, la Comisión de Inclusión, Bienestar Social del Congreso de la CDMX, presidida por Marisela Zúñiga y el muy reconocido doctor Rafael Álvarez Cordero, autor del libro La vejez ya no es lo que era.
El objetivo fue reflexionar sobre los retos psicoemocionales para dar paz y tranquilidad a las personas adultas mayores. Pero la discusión se transformó a la reflexión sobre cómo nos encargamos de fomentar y proteger sus derechos humanos, cómo reconocemos la dignidad de estas personas y cómo construimos espacios amigables para envejecer y transitar por esta etapa a la que todos, si tenemos suerte, vamos a llegar.
“Viejo es una maravillosa palabra que encierra toda una vida de experiencias, de éxitos, fracasos, de lágrimas y risas”, dijo muy acertada y contundentemente Rafael Álvarez. Quien no lo ve así, quizá no ha tenido el acceso a la información que le haga ver la maravillosa posibilidad que hay en conocer y reconocer a una persona mayor. Si en nuestro hogar o colonia, algún viejo no es tomado en cuenta, no es el viejo que necesita cambiar y “actualizarse”, es la familia, la comunidad, quien debe crecer y transformarse para verle como su prójimo, quien merece respeto y atención, como cualquier otra persona.
En el Consejo Ciudadano, para contribuir a fortalecer la paz interior de las personas adultas mayores, componente esencial de la autorrealización, brindamos atención psicológica en la Línea Plateada 55 5533-5533. De ellos, el 31% necesitó atención ante el duelo de perder a un ser querido, el 20 pidió ayuda al sentir miedo, angustia o estrés por COVID-19. El 19% tuvo la valentía de reportar maltrato e incluso hay un 5 por ciento que sólo necesitaba hablar con alguien.
Si como sociedad creciéramos de manera interna y externa para reconocernos unos a otros como iguales, las personas adultas mayores tendrían un margen más amplio de hacer valer sus derechos y de hacerse reconocer y respetar por los demás. Nuestros padres, nuestras madres, nuestros abuelos necesitan ser escuchados, entendidos y apoyados, no desde la mirada de lástima o de desprecio, sino la de amor, la de cariño, la de respaldo y la de honor.
*Salvador Guerrero Chiprés (@guerrerochipres) es Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.
Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.
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