¿Te imaginas defender la verdad teniendo que enfrentarte en un duelo a muerte, apelando a que, si sales vivo, es porque era la voluntad de Dios y así quedaría testimonio de tu palabra? ¿Y si, derivado de ese enfrentamiento, no sólo está en juego tu vida, sino también la de tu esposa?

Así comienza la película El último duelo, el clásico enfrentamiento entre caballeros de la edad media, cuyo objetivo es salvar principalmente su honor.

Ahora bien, cuando hablamos de caballeros de aquella época es porque, además de andar a caballo, símbolo de grandeza y poder, también habían demostrado defender el reino en el que habitaban, arriesgando su vida por el rey y su causa.

Esta descripción de caballeros ha trascendido en el tiempo. Cuando va a comenzar una función, se anuncia: “¡Damas y caballeros, su atención por favor!” Los baños están marcados con signos de una ¡pipa! y un ¡abanico! para distinguir entre hombre y mujeres.

Esto puede parecer totalmente fuera de contexto, a no ser que veamos la cultura con la que se trataba a las mujeres en el siglo XIV, y que Riddley Scott ha narrado con su óptica épica y muy realista de aquella situación.

En un guiño a los evangelios sinópticos, Scott narra la historia de la agresión a una mujer desde distintos ángulos: la versión del agresor; la versión del esposo de la agredida y la versión  de la mujer violentada.

Esta cinta es una  apuesta por la sutileza de los detalles; por la forma en como se interpretan los símbolos, la interpretación desde el interior del corazón, desde las heridas, desde el hambre de poder y de pertenecer, y desde luego, desde la cultura imperante hasta nuestros días: la mujer como objeto, que se vende, se cambia, se luce.

En esta historia hay instantes de contraste, donde se hace visible que ante la ausencia de cadenas, la creatividad y la capacidad de la mujer hace que florezca la comunidad. Una película muy impactante vista desde el siglo XXI, ¿acaso porque seguimos fomentando una cultura machista en el silencio de las formas y de la caballerosidad?

Reformulando la pregunta del Señor a Caín, hoy en este 2021, a todos los hombres: ¿dónde está tu hermana? ¿qué palabras, que actitudes, que acciones tenemos con las mujeres con las que convivimos?

 

Síguelo en Twitter como: @abrahamrodrigo

Los artículos de la sección de opinión son responsabilidad de sus autores.

Abraham Flores

Educador. Casado y padre de tres hijos. Ingeniero químico con estudios de filosofía, antropología, teología e impro teatral. Desarrollador de procesos creativos para empresas, instituciones (eclesiales y gubernamentales), organizaciones de la sociedad civil. Evaluador de proyectos de inversión y consultor en procesos de desarrollo del cliente. Flp 4,13.

Entradas recientes

Congreso Eucarístico Internacional en Ecuador: ¿Qué significa ante la convulsión política que sufre América Latina?

¿Cuál es el aporte de la Iglesia Católica en un mundo sacudido por guerras y…

3 semanas hace

¿Quién tuvo la razón: el sacerdote, la mamá o las mujeres del equipo de liturgia?

¿Qué podemos aprender de este episodio ocurrido en México? El P. Medel reflexiona sobre lo…

3 semanas hace

Queremos un gobierno para todos

En el marco del Último Informe de Gobierno de AMLO y del inicio de la…

3 semanas hace

Pon la basura en su lugar

El verdadero Edén es el corazón humano en donde Dios mismo quiere pasear sabiendo que…

3 semanas hace

Misal Mensual Septiembre 2024 – Santa Misa (Con las Lecturas y el Evangelio del día)

Descarga gratis el Misal Mensual en PDF de Septiembre 2024, un libro litúrgico que te…

3 semanas hace

Vecindad solidaria

La solidaridad no es un acto aislado, sino una responsabilidad compartida

3 semanas hace

Esta web usa cookies.