No hay mayor compromiso personal y con la comunidad que la defensa de la verdad.

Y la verdad ha de ser la encarnación de un valor esencial para la comunidad, sea centrada en la materialidad cotidiana de sus vínculos o sea una comunidad espiritual que se constituye desde la solidaridad y el trabajo y comparte la esperanza trascendente, así como virtudes teologales y cardinales que la distinguen.

En la historia del cristianismo hay grandes ejemplos de quienes han dedicado su vida a difundir la verdad. Jesús, el más notable y noble.

Desde agosto del año pasado, en Nicaragua, Monseñor Rolando Álvarez cumplía condena en arresto domiciliario, en la casa de unos familiares en Managua, por “traición a la patria”.

El obispo de la Diócesis de Matagalpa ha sido una de las voces más críticas, sus sermones frecuentemente hablaban de la violación a los derechos humanos, la persecución religiosa y los abusos de poder. Un defensor de la verdad y de las y los más necesitados.

La semana pasada, el régimen del presidente Daniel Ortega lo condenó a 26 años de prisión, después de que se negara a ser desterrado a Estados Unidos; un tribunal sandinista lo despojó de la nacionalidad nicaragüense.

No es la primera vez que Monseñor Álvarez padece algo semejante. Hombre de profunda fe en la resistencia, fue encarcelado en los años 80 por oponerse al servicio militar obligatorio que impusieron los sandinistas para hacer frente a la guerrilla de la Contra. Entonces tenía 16 años.

El Papa Francisco y diversas conferencias episcopales han condenado los hechos. “Decir la verdad no es un delito”, mencionó la Conferencia del Episcopado Mexicano.

La aprehensión del obispo se suma a otros actos del gobierno nicaragüense contra la Iglesia Católica: expulsó al Nuncio Apostólico, a 18 religiosas de la Orden de las Misioneras de la Caridad, cerró medios de comunicación católicos, retiró la ciudadanía y desterró a sacerdotes.

El diálogo y el entendimiento son esenciales en las relaciones comunitarias, entre gobiernos e instituciones con conforman la sociedad. La construcción de la paz atraviesa necesariamente por el respeto a las ideas, la reivindicación de los derechos, la igualdad y la justicia.

Preceptos que ha defendido Monseñor Álvarez y muchos sacerdotes más que a lo largo de la historia han sido perseguidos.

Los actos de resistencia del obispo pueden ser ejemplo para la comunidad católica, que ayuden en un proceso de consolidación de entornos sanos, donde el respeto y la comprensión se antepongan siempre a la violencia.

 

Más artículos del autor:  Amar a Dios y al prójimo

*Los textos de nuestra sección de opinión son responsabilidad del autor y no necesariamente representan el punto de vista de Desde la fe.

 

Salvador Guerrero Chiprés

Presidente del Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México.

Entradas recientes

Congreso Eucarístico Internacional en Ecuador: ¿Qué significa ante la convulsión política que sufre América Latina?

¿Cuál es el aporte de la Iglesia Católica en un mundo sacudido por guerras y…

3 semanas hace

¿Quién tuvo la razón: el sacerdote, la mamá o las mujeres del equipo de liturgia?

¿Qué podemos aprender de este episodio ocurrido en México? El P. Medel reflexiona sobre lo…

3 semanas hace

Queremos un gobierno para todos

En el marco del Último Informe de Gobierno de AMLO y del inicio de la…

3 semanas hace

Pon la basura en su lugar

El verdadero Edén es el corazón humano en donde Dios mismo quiere pasear sabiendo que…

3 semanas hace

Misal Mensual Septiembre 2024 – Santa Misa (Con las Lecturas y el Evangelio del día)

Descarga gratis el Misal Mensual en PDF de Septiembre 2024, un libro litúrgico que te…

3 semanas hace

Vecindad solidaria

La solidaridad no es un acto aislado, sino una responsabilidad compartida

3 semanas hace

Esta web usa cookies.