Como recién en junio hubo ordenaciones sacerdotales en la Arquidiócesis de México y en otras diócesis, hice una encuesta entre personas de las más diversas edades y condiciones, para preguntar qué consejo le darían a un sacerdote.

Los transcribo tal como los dijeron:

1.Que sea mariano. Que encomiende su sacerdocio a María, pues sólo Ella puede ayudarle a serle fiel a su Hijo. Que rece diario el Rosario, y que nos anime y también nos acompañe a rezarlo.

2.Que sea misericordioso. Que al confesarnos no nos regañe, que nos aconseje, que tome en cuenta que de por sí llegamos nerviosos, que no nos aleje del Sacramento. Y que se siente a confesar, pues eso nos anima a acercarnos, viendo que no le vamos a quitar su tiempo sino que él está dispuesto a que nos acerquemos a confesarnos.

3.Que valore la piedad popular. Que si le pedimos que bendiga algo, no salga con que ‘sólo se bendice a las personas’. Que promueva procesiones y devociones, como al Sagrado Corazón de Jesús, a distintas advocaciones de la Virgen, al santo de la parroquia.

4.Que haga oración. Nos impacta, sobre todo a jóvenes, ver al padre arrodillado, orando ante el Santísimo. Que no sólo lo exponga o lo reserve, sino se quede un rato. Que no sólo rece en su cuarto, sino que deje que lo veamos orar en la iglesia, es un gran estímulo para imitarlo, y también lo ayuda a él. Los padres que no oran, se van alejando de Dios y van perdiendo el sentido de su ministerio y se sienten tentados a dejarlo.

5.Que no altere la liturgia. Dijo el Papa Benedicto que nadie es dueño de la liturgia ni debe cambiarla, pero hay padres que ‘le ponen de su cosecha’ a la Misa. Y es como cuando tienes sed y quieres un vaso de agua fresca y te dan refresco con colorante, sabor artificial y azúcar. Puede parecer bueno, pero no te quita la sed, nada más te empalaga, te engorda y te deja la lengua pintada. Que no inventen. Las rúbricas están ahí por algo, seguirlas garantiza la unidad de la Iglesia, que en todos lados se celebre la Misa igual, sin cortarle ni añadirle nada, sin apresurarla ni alargarla, dándole su lugar y su tiempo a todo para poder aprovecharla y disfrutarla. Que comprenda que no asistimos a verlo a él, sino a encontrarnos con Jesús.

6.Que sea puntual. Que respete nuestro tiempo. Si él empieza tarde, llegamos más tarde. Un padre puntual, nos vuelve puntuales.

7.Que cuide su homilía. Que sea breve, pues luego de 10 minutos, él divaga y uno cabecea. Que proponga pocos puntos para reflexión y no use términos raros. Oí a uno hablar de ‘la economía de la salvación’, que suena a que hay que ahorrar para salvarse. Que aterrice y comparta anécdotas, pues nos ayudan a mantener el interés y a recordar de qué habló.

8.Que sea agradecido. Que si hacemos algo por él, nos haga sentir que lo valora.

9.Que sepa pedir perdón. Que si un día no atendió a alguien con paciencia o caridad, sepa reconocerlo y disculparse. Se aprecia mucho eso, y se aprende a imitar su ejemplo de humildad, dice uno: ‘si hasta el padre se disculpa, ¿quién soy yo para no pedir perdón cuando la riego?’

10.Que sea cercano. Si para no sentir feo cuando lo cambien, se queda lejos de la gente, conservará su corazón intacto, pero ¡frío y vacío! Que se atreva a conocer y amar a sus fieles, no sólo como ‘ésa es la viejita que va a Misa de 8am’, sino sepa su nombre y situación, y si falta, llame a ver cómo está. Que organice eventos, convivios, eso une a la gente. Y cuando se vaya no nos olvide, siga en contacto, se dé tiempo para vernos. Y que tenga amigos sacerdotes que se apoyen mutuamente.

11.Que no pretenda ser superman. A veces hasta que un padre fallece nos enteramos de que estaba enfermo. Nunca dijo nada y por eso nadie lo ayudó ni oró por él. Que no crea que debe proyectar la imagen de que está siempre bien. Mostrarse vulnerable, lejos de disminuirlo a nuestros ojos, despierta nuestra ternura y nos hace sentirlo más cercano. Que si está enfermo, lo diga, para pedir por él y ayudarle; si está triste lo comparta, para comprenderlo y animarlo; si está cansado, descanse, tome el día libre, vacaciones. Que no crea que debe parecer superhombre, sabemos que es humanito igual que nosotros, y así lo queremos y queremos ayudarle. Que se deje ayudar.

12.Este espacio es para ti. ¿Qué consejo darías a tu sacerdote? ¿Y si te animas a dárselo? Tal vez pueda ayudarlo…

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Alejandra Sosa

Es escritora católica y creadora del sitio web Ediciones 72, colaboradora de Desde La Fe por más de 25 años.

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