AYER: La vida de las primeras comunidades cristianas estaba impulsada por el testimonio y entrega de quienes recibieron la predicación apostólica y de sus inmediatos sucesores. La viva voz y una tradición que iniciaba, iban conformando poco a poco el ser y quehacer de quienes acrecentaban la Iglesia. No había ni estructuras parroquiales ni centros de peregrinación, no se daban títulos eclesiásticos ni eran necesarios qué trámites para recibir los sacramentos. Lo que se exigió como indispensable y profundo, era el crecimiento en el conocimiento de Cristo y del Evangelio así como la participación en la vida de las comunidades que iban naciendo poco a poco. Fueron tiempos de un catecumenado amplio y serio, orientado a la solidez de la fe que resistiría el embate de las persecuciones tan tremendas.

HOY: Con una rutina que nos pone en riesgo de ser superficiales, actualmente nos acercamos a la parroquia para preguntar sobre trámites y requisitos pre-sacramentales. Con devoción aprendida y reforzada por la costumbre, hacemos procesiones o hablamos del Papa, de monseñores y curas, de colegios católicos, novenarios, mandas y compadrazgos. Son modos y estructuras que han ido naciendo para crecer en nuestra vida social marcada por la fe, para proyectar nuestra fe en la vida cotidiana. Con enormes riesgos también vamos suavizando una exigencia lógica y natural que nos debería comprometer con nuestra comunidad parroquial, que nos debería dar identidad sólida ante la multitud de opiniones superficiales y pasajeras. Nos emociona ser actuales y modernos (con facilidades de todo tipo) pero olvidamos ser serios y constantes (¡los ideales siempre cuestan más!).

SIEMPRE: Conocer y seguir a Jesús como miembros de su Cuerpo que es la Iglesia, nunca ha sido realmente fácil ni sencillo, ni se agota en el cumplimiento y realización de tales normas o devociones. Si acaso la fe fuera una mera etiqueta o estuviera enfocada a colocarnos en una zona de confort, terminaríamos por dejarla atrás como una moda o costumbre pasajera. Aceptar la enseñanza de Jesús y emprender el seguimiento que nos propone es cuestión de toda la vida, por la sencilla razón de que su propuesta es grande y divina: He venido para que tengan Vida y la tengan en abundancia.

P. Eduardo Lozano

Compartir
Publicado por
P. Eduardo Lozano

Entradas recientes

Congreso Eucarístico Internacional en Ecuador: ¿Qué significa ante la convulsión política que sufre América Latina?

¿Cuál es el aporte de la Iglesia Católica en un mundo sacudido por guerras y…

3 semanas hace

¿Quién tuvo la razón: el sacerdote, la mamá o las mujeres del equipo de liturgia?

¿Qué podemos aprender de este episodio ocurrido en México? El P. Medel reflexiona sobre lo…

3 semanas hace

Queremos un gobierno para todos

En el marco del Último Informe de Gobierno de AMLO y del inicio de la…

3 semanas hace

Pon la basura en su lugar

El verdadero Edén es el corazón humano en donde Dios mismo quiere pasear sabiendo que…

3 semanas hace

Misal Mensual Septiembre 2024 – Santa Misa (Con las Lecturas y el Evangelio del día)

Descarga gratis el Misal Mensual en PDF de Septiembre 2024, un libro litúrgico que te…

3 semanas hace

Vecindad solidaria

La solidaridad no es un acto aislado, sino una responsabilidad compartida

3 semanas hace

Esta web usa cookies.