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¿Por qué la Iglesia Católica no permite la poligamia?

Desde los primeros siglos (s.I-III), los pasajes de la Biblia donde se lee sobre la unión del hombre y la mujer se entendieron en el sentido de un Matrimonio monógamo, es decir, exclusivo entre un hombre y una mujer.

La Iglesia Católica no permite la poligamia y esto viene en la Biblia. Los pasajes fundamentales donde se encuentra esta enseñanza son:

Creo Dios a ser humano a imagen suya […] macho y hembra los creo” (Gen 1,26)

“Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Gen 2,24; Cf. Mc 10,7-8)

El Matrimonio monógamo está guiado por el Espíritu Santo

Hay que recordar que para la Iglesia Católica las fuentes de la Revelación son dos: la Sagrada Escritura y la Tradición. Esto quiere decir que no basta la letra que se lee en la Biblia, sino que hace falta comprender el espíritu con el cual ésta letra fue escrita.

Para comprenderlo, el Espíritu Santo derramado sobre los fieles concede su correcta interpretación, en cumplimiento de la promesa hecha por Jesús: “el Espíritu de verdad los guiará a toda la verdad” (Jn 14,13) y “el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, El les enseñará todas las cosas, y les recordará todo lo que les he dicho” (Jn 14,26).

Esta interpretación, guiada por el Espíritu Santo, está contenida en la Tradición. Especialmente significativa es la interpretación y la lectura que hicieron de la Sagrada Escritura las primeras generaciones de cristianos, pues tenían de primerísima mano el testimonio de los apóstoles, quien eran los intérpretes más autorizados de las enseñanzas de Jesús.

Entre los autores que ya hablan del matrimonio monógamo tenemos a Clemente Romano (s.I), Ignacio de Antioquía (s.I), el Pastor de Hermas (s.II), además de algunos escritos anónimos como la Didaché (s.II). Por ejemplo, Hipólito de Roma (s.III) en la Traditio Apostolica enumera los requisitos de quienes aspiran a recibir el bautismo. Uno es estos indica que, quienes están casados son exhortados a contentarse con su mujer o con su esposo, y por tanto, dejar a la concubina en caso de que la tuvieran.

 

 

 

P. Sergio Armando González

Es licenciado en Teología Bíblica por la Universidad Gregoriana. Actualmente es formador del Seminario y párroco de la Purificación de Nuestra Señora la Candelaria Mixcoac.

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