Con mucha oración y confianza en Dios, Santa Mónica logró la conversión de su esposo, Patricio, y de su hijo, San Agustín, quien hasta entonces llevaba una vida desordenada y más tarde se convertiría en Obispo de Hipona, padre y doctor de la Iglesia, y autor de libros fundamentales en la filosofía y la teología.
Santa Mónica es considerada una extraordinaria intercesora para las mamás con hijos y esposos en problemas.
Te ofrecemos esta oración para que encomiendes a tu familia a esta gran santa de la Iglesia:
Gloriosa Santa Mónica, modelo de madres.
Tu vida la admiramos en los vaivenes de tu hogar,
y sobre todo, siguiendo a tu hijo Agustín.
Supiste atraer a tu esposo hacia Dios e igualmente
a aquel hijo que había perdido la fe.
Le seguías llamándole, orando, llorando…
Consíguenos que comprendamos
el papel sagrado de las madres
y su influencia en el hogar.
Confiamos nuestra familia a tu protección.
Amén.
Santa Mónica nació en Thagaste, en el actual Argel, hacia el año 331, en el seno de una familia cristiana. Era una mujer piadosa. En este poblado se casó con un hombre notable pero que era pagano, Patricius, quien no la trataba bien, pero ella, con sabiduría, prudencia y oración, lo pudo convertir al cristianismo un año antes de que él falleciera en el año 371.
Con su esposo tuvo tres hijos de los cuales Agustín era el mayor; él nació el 13 de noviembre del año 354. El otro se llamaba Navigio y su hermana era Perpetua.
Santa Mónica sufrió mucho a causa de Agustín quien tuvo una concubina e ingresó a la secta de los maniqueos alejándose del cristianismo que la santa le había inculcado. Mónica rezaba incesantemente por su conversión.
El joven, cansado de los reproches de su madre, abandonó África y se fue a Cartago y luego a Milán. Santa Mónica nunca dejó de rezar por su bienestar y tras mucho discernir y escuchar los ruegos de su madre, Agustín volvió al cristianismo y se volvió un hombre culto.
Gran parte de la vida de Santa Mónica fue contada por su propio hijo en el libro Confesiones, escrito con gran dolor tras la muerte de Santa Mónica a los 55 años de edad, en el año 387, en el puerto de Hostia, cerca de Roma, donde ella está sepultada
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