Aunque no es norma general, durante la Santa Misa es común que el sacerdote reciba la asistencia de una persona para preparar los dones, tocar la campana durante la Consagración o detener la patena a la hora de la comunión. Comúnmente los llamamos acólitos, ¿sabes en qué consiste su labor? Aquí te lo explicamos.
En su libro titulado “Ir a Misa, ¿para qué?” La escritora católica y colaboradora de Desde la fe, Alejandra Sosa, nos explica cuál es la función de un acólito.
“Así como quien prepara un banquete agradece tener a su lado a alguien que le vaya pasando los ingredientes o utensilios que va necesitando, el sacerdote agradece que algún miembro de la asamblea se levante y vaya a ayudarle cuando prepara los dones”.
“La gente suele llamar ‘acólito’ a todo el que da este servicio, pero el término no está muy bien empleado porque en estricto sentido se debe llamar así sólo a quien ha sido ordenado ‘acólito’ por el obispo”, explica.
Cuando son niñas o niños -agrega nuestra colaboradora- se les suele llamar “monaguillos” y para realizar este servicio reciben un curso especial en la parroquia.
“Usa vestiduras especiales, forma parte de la procesión de entrada, se queda en el presbiterio durante toda la Misa, forma parte también de la procesión de salida”.
Si en alguna ocasión un sacerdote te solicita asistirlo como acólito durante una Misa, Alejandra Sosa nos ofrece una guía detallada. El trabajo comienza al terminar la Liturgia de la Palabra y con el inicio de la Liturgia de la Eucaristía. Estas son las recomendaciones:
Terminada la ‘presentación de los dones’ puedes volver a tu lugar en la asamblea o quedarte en el presbiterio a tocar la campanita. Recuerda que tu lugar no es junto al sacerdote en el altar, sino aparte, a un lado y a cierta distancia del altar.
Durante la Consagración es posible que te pidan que toques la campanita, y debes hacerlo en tres ocasiones, para indicar a la gente que es momento de:
a) Arrodillarse, cuando el sacerdote une las manos sobre el pan y el vino e invoca al Espíritu Santo.
b) Adorar el Cuerpo de Cristo cuando el sacerdote eleva la Hostia.
c) Adorar la Sangre de Cristo cuando el sacerdote eleva el Cáliz.
Por último, te corresponderá -si el padre te lo pide- ayudar a poner la patena bajo la barbilla de quienes comulgan, para que no caiga ningún fragmento de Hostia Consagrada al suelo.
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