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Encuentran pergamino sobre la infancia de Jesús, ¿podría cambiar la Biblia?

El reciente descubrimiento de un manuscrito relativo a la infancia de Jesús, elaborado probablemente entre los siglos IV y V, se ha vuelto noticia al ser ahora la copia más antigua encontrada del Evangelio de Tomás, y en el cual se narra un supuesto suceso de la vida de Jesús que no está en el canon de la Biblia; es decir, que no aparece en la lista de libros aprobados por la Iglesia que rigen nuestra fe católica.

Este descubrimiento ha llevado a muchas personas a pensar que estamos frente a un “documento” que podría cambiar la Doctrina de la Iglesia, las Sagradas Escrituras, las interpretaciones bíblicas y el conocimiento que actualmente tenemos sobre Jesús. Pero, ¿es esto posible?

La inalterabilidad de la Biblia

Sobre este tema, Jorge Arévalo Nájera, director de la Dimensión de Biblia de la Arquidiócesis Primada de México, señala que a lo largo de la historia se han encontrado copias antiguas de narraciones judeocristianas, mismas que se dan a conocer con tintes sensacionalistas para hacer creer a la gente que el mundo se encuentra ante una verdadera revelación, capaz de cambiar la Doctrina Cristiana.

Sin embargo -dice-, es conveniente hacer la siguiente aclaración: “El canon bíblico -es decir, la lista de libros aceptados por la Iglesia-, quedó definitivamente fijado en el Concilio de Trento (entre los años 1545 y 1563).

“Esto no significa que hasta antes no tuviéramos, como Iglesia, un conjunto de libros considerados sagrados. Lo que significa es que hasta ese momento se definió de manera formal el canon, la lista de libros sagrados que ya la Iglesia venía asumiendo desde los primeros siglos del cristianismo”.

Una vez definido dogmáticamente el canon bíblico -señala Jorge Arévalo-, las Sagradas Escrituras ya no pueden ser modificadas con ningún texto que se descubra posteriormente a dicha definición. “Es decir, ningún nuevo descubrimiento puede entrar dentro del canon de la Sagrada Escritura ni ser normativo de nuestra fe”.

Jorge Arévalo asegura que incluso hay palabras de Jesús que se encuentran en fuentes extra bíblicas, y que la Iglesia considera probable sí que las haya dicho. Sin embargo, al no estar consagradas en los Evangelios, no se consideran Palabra de Dios.

Por otra parte -señala-, se trata de documentos que no se deben desestimar, ya que nos pueden aportar algún conocimiento del contexto cultural del tiempo de Jesús, las costumbres de su época, las cosas que creía o hacía la gente de entonces.

¿Cómo se definió la lista de libros de la Biblia?

Sobre esta cuestión, Jorge Arévalo explica que se trató de un proceso bastante complejo, para el cual se usaron diversos criterios, de los cuales se pueden citar dos, que fueron fundamentales:

El primero fue que los textos hubieran sido utilizados litúrgicamente en toda la Iglesia Universal, de manera constante y permanente. “El Libro del Apocalipsis, por ejemplo, provocaba dudas por la complejidad del lenguaje. La iglesia iba con tiento en su aprobación. Pero al ver que circulaba por todas las Iglesias del mundo, se determinó su aprobación”.

Y el segundo criterio que se utilizó, fue que los libros no contradijeran la tradición apostólica: todo lo que los Apóstoles nos transmitieron acerca de Jesús. “Así pues, cuando un texto sonaba demasiado fantasioso, la Iglesia lo rechazaba por no ir en consonancia con la tradición apostólica”.    

El pergamino recién descubierto

En cuanto al pergamino descubierto recientemente, Jorge Arévalo señala que se trata de una copia antigua del Evangelio de la Infancia de Tomás, un evangelio apócrifo que narra un supuesto suceso de la vida de Jesús en su niñez:

“Mientras que el Niño modela unos pajaritos de arcilla, es reprendido por san José por trabajar en sábado, lo cual hace enfadar a Jesús y dar un manotazo sobre la mesa, y esto provoca que las figuras salgan volando como aves de verdad”.

Jorge Arévalo señala que se trata de narraciones fantásticas del agrado de la gente, historias que naturalmente despiertan un interés, “dado que hay muchas cosas de la infancia de Jesús que los Evangelios no nos narran, y la gente quiere saber más cosas acerca de Nuestro Señor”.

Finalmente, refiere que hay literatura apócrifa no sólo del Nuevo Testamento, sino también del Antiguo testamento, a partir de un montón de leyendas que han formado parte de la religiosidad popular, y a las cuales hay que darles el valor que les corresponde. “Son narraciones que incluso hay que disfrutar como parte de la religiosidad popular; pero no se puede confundir eso con la revelación de Dios, lo que está en el canon bíblico, lo que salva”.

Vladimir Alcántara Flores

Editor de la revista Desde la fe/ Es periodista católico/ Egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.

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