¿Alguna vez te has preguntado por qué en muchas iglesias vemos imágenes de Cristos sangrantes? ¿Es necesario ilustrar la Pasión y Muerte de Nuestro Señor con tanto realismo? ¿Cómo explicar a los niños su significado?
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De acuerdo con el padre Salvador Barba, director de la Dimensión de Bienes Culturales de la Arquidiócesis de México y durante varios años de la Pastoral Litúrgica, a lo largo de la historia del cristianismo, el arte sacro ha pasado por diferentes etapas y esto se ve reflejado en las imágenes.
En México, especialmente -agrega el presbítero- para nuestros pueblos originarios, la sangre tenía un valor muy especial, relacionado con los sacrificios de las culturas precolombinas.
“En México, durante el período de la Evangelización, se entendió perfectamente esto, y los Cristos mexicanos se ‘recargaron’ de sangre, porque se trataba de inculturar y mostrar la sangre de Cristo que nos redime y que nos salva”
“Por eso, los artistas de la colonia resaltaron mucho este aspecto, que ahora incluso a algunos le puede parecer exagerado”.
El padre Barba recuerda que esa era una inquietud que tenía de pequeño: ¿Por qué sangra tanto Jesús?
“Me decían que toda su sangre fue todo el amor que derramó, para salvarnos y para redimirnos”.
“El niño puede ver el sufrimiento, se conmociona, se enternece y se compadece. Y a la vez experimenta cuánto nos ama el Hijo de Dios, que derramó hasta la última gota de su sangre en la Cruz”.
Bien dicen que una imagen vale más que mil palabras.
“Que se vea, no que se diga, que se muestre toda la sangre que Jesús derramó, de una forma sencilla, es el aspecto visible expresado en las imágenes que nos llevan a Cristo”, concluyó.
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