En la Misa, al participar del Banquete Eucarístico, celebramos y actualizamos el Misterio pleno del amor de Dios a sus hijos, para nosotros su familia reunida en la oración y la alabanza; el Misterio Pascual de Dios hecho carne y alimento.
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Nos preguntamos ¿qué gano con ir a Misa? Ganamos mucho; ¿qué pierdo? Todo.
El problema de ir y participar de la Misa lo hemos centrado y, quizás lo hemos mal enseñado, en que debo y tengo que ir porque lo manda la Iglesia; nos quedamos en el mandamiento y no entendemos el por qué me lo mandan.
Últimamente he estado escuchando a gente de fe sencilla y de profundo corazón, o sea, la gente “simple” que sabe ver y apreciar el misterio de la salvación. Esa gente que asiste a Misa a escuchar, no a criticar al otro; esos fieles, que son fieles al amor de Dios y no andan buscando pretextos para no cumplir, sino que buscan vivir en plenitud.
Los fieles a Dios, a la Palabra y a su Iglesia; no los fieles a la norma (canónica, litúrgica, moral o teológica), al padrecito, a la música del coro, a la iglesia bonita.
La Misa es para todos y quien busca a Dios con sincero corazón, lo encuentra. El fiel no se queda en apariencia, no busca pretextos, se entrega y se da, pues encuentra a Dios en todo y en todos. El problema no es la Misa, ni quién o cómo se celebra, somos nosotros que hemos olvidado a qué vamos.
Pregunté a algunas personas: ¿Para qué van a la Misa? Estas son las respuestas que me encontré:
Después de considerar estas respuestas, ahora hablemos de los beneficios.
Debo ir a Misa con la mente y el corazón a celebrar, participar, escuchar, vivir… NO nada más a cumplir. Debo ir “con mente abierta” a lo que Dios me dice, no a buscar lo que quiero que me diga.
Voy a hacer y sentir la comunión con mi hermano y sus necesidades, no a juzgar a quien se ponga enfrente, de lado o atrás. Voy a revitalizar y crecer en mi fe y en mi amor alimentándome del cuerpo de Cristo y dejándome contagiar del amor y fe de mis hermanos.
Voy a aprender y crecer como persona e hijo amado de Dios. No se trata de estar en Misa, se trata de participar de la Misa. No voy a oír al sacerdote, voy a escuchar la Palabra de Dios. Voy a servirme del Pan de Vida y no a criticar a los servidores.
En la Santa Misa se trata de ganar y ganar, recibir todo lo que Dios nos da.
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