El primer día de año, la Virgen María encabeza el santoral de la Iglesia Católica con la Solemnidad de Santa María, Madre de Dios.
La Virgen María es la Madre del Salvador, la reina de los Apóstoles y de todos los santos, como se reza en la letanía del Rosario. En los Evangelios, es citada por lo menos en 15 ocasiones a lo largo de la vida de Jesús, desde su nacimiento hasta su muerte, resurrección y ascensión a los cielos.
Ella vivía en Nazaret, en Galilea, cuando un ángel se le apareció y le preguntó su aceptaba ser la madre del Señor por acción del Espíritu Santo, (Mt. 1, 18-21). Poco después, fue a visitar a su prima Isabel a quien acompañó durante unos tres meses (Lc. 2, 39-56). En cumplimiento a un censo decretado por el emperador, José y María acudieron a Belém, en Judea, a unos 8 kilómetros de Jerusalén y 115 kilómetros desde Nazaret, y en este viaje, la Virgen María dio a luz al Salvador (Lc. 2, 1-20).
Luego es mencionada en la purificación y la presentación del Niño Jesús en el templo, cuando Simeón, en el templo, profetizó a María que una espada la atravesaría el alma (Lc. 2, 22-38). Luego, es referida durante la huida a Egipto, cuando Herodes quería matar al Niño Jesús (Mt. 2, 16-20), a la muerte de Herodes, la Sagrada Familia pudo regresar a Nazaret (Mt 2, 20-23), y aun en el mismo período de la infancia de Jesús, Lucas menciona que cuando él tenía 12 años, fue llevado al templo de Jerusalén donde permaneció durante 3 días con los maestros de la ley, y sus padres María y José, lo creían perdido (Lc. 2, 41-51).
Luego hay un vacío de tiempo en los Evangelios, hasta que, en las bodas de Caná, por mediación de María, Jesús hace su primer milagro al transformar el agua en vino (Jn. 2, 1-12). Luego, en otra ocasión, Ella intentó en vano acercarse a su hijo en medio de la multitud que lo rodea (Mc. 3, 31-32); y más tarde la vemos en el Calvario al pie de la cruz (Jn. 19, 25-27) donde expiró Jesús.
La Virgen María también es mencionada repetidas veces en los Evangelios Apócrifos, y en el libro de los Hechos apócrifos, pero desde el principio de la era cristiana, Ella recibió un lugar de privilegio entre los Apóstoles y en la naciente comunidad de bautizados, y María recibió la dicha de ser asunta a los cielos lo que ha sido decretado por la Iglesia como un dogma de fe.
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