La esperanza, señaló el Papa Francisco, renace cuando somos honestos y decimos la verdad sobre nosotros, cuando nos liberamos de nuestras falsedades y nos despojamos de tantas cosas inútiles con las que buscamos camuflarnos para que los demás hablen bien de nosotros.
“Jesús despojado de todo nos recuerda que la esperanza renace diciendo la verdad sobre nosotros, dejando caer los dobleces, liberándonos de la pacífica convivencia con nuestras falsedades. Esto es lo que hace falta: volver al corazón, a lo esencial, a una vida sencilla, despojada de tantas cosas inútiles, que son sustitutos de esperanza”, aseguró el Obispo de Roma.
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Durante su catequesis de este miércoles, en la que el Pontífice recordó la Liturgia del Domingo de Ramos, sobre la Pasión del Señor, aseveró que hoy, cuando todo es complejo y se corre el riesgo de perder el hilo, necesitamos de la sencillez para alcanzar la felicidad.
“Necesitamos sencillez, de redescubrir el valor de la sobriedad, de la renuncia, de limpiar lo que contamina el corazón y entristece. Cada uno de nosotros puede pensar algo inútil de lo que puede liberarse para reencontrarse. ¡Este es un bonito ejercicio!”, aseveró.
De la misma manera, el sucesor de san Pedro indicó que a todos nos cuesta ponernos sincerarnos, ponernos al desnudo, decir la verdad, y por ello nos revestimos con máscaras para camuflarnos y mostrarnos mejor de lo que somos ante los demás.
“Pensamos que lo importante es ostentar, para que los otros hablen bien de nosotros. Y nos adornamos de apariencias, de cosas superfluas; pero así no encontramos paz”, subrayó el Vicario de Cristo.
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Al continuar con su catequesis, el Papa Francisco aseguró que “la esperanza de Dios brota así, nace y renace en los agujeros negros de nuestras expectativas decepcionadas; y esta, sin embargo, no decepciona nunca”.
Al referirse a la cruz en la que padeció Jesús, Su Santidad indicó que es en ese terrible instrumento de tortura, “ese madero de muerte”, donde Dios realizó el mayor signo de amor que haya existido.
“Ese madero de muerte, convertido en árbol de vida, nos recuerda que los inicios de Dios empiezan a menudo en nuestros finales: Él ama obrar maravillas. Miremos el árbol de la vida para que brote en nosotros la esperanza: para ser sanados de la tristeza de la que estamos enfermos”, invitó el Papa Francisco.
Con información de Vatican News
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