El Papa Francisco recordó en este segundo domingo de Cuaresma que desde el Bautismo estamos llamados a ser testigos de Jesús, que nos lleva con él al Monte Tabor como lo hizo con Pedro, Santiago y Juan en el pasaje de la Transfiguración de Jesús.
En su mensaje previo a dirigir el Ángelus, el Papa Francisco reflexionó sobre este pasaje que narra el momento en que Jesús toma consigo a Pedro, Santiago y Juan “y sube a un alto monte, símbolo de la cercanía a Dios, para abrirlos a una comprensión más completa del misterio de su persona, que deberá sufrir, morir y luego resucitar”.
En la cima del monte se transfiguró, su rostro se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. Y una voz resonó desde lo alto: “Este es mi Hijo amado … escúchenlo”.
“Así como llamó a esos tres discípulos, también hoy llama a algunos a estar cerca de Él, para poder ser testigos. Ser testigos de Jesús es un don que no hemos merecido: nos sentimos inadecuados, pero no podemos echarnos atrás con la excusa de nuestra incapacidad”.
Por ello “en este mundo, marcado por el egoísmo y la codicia, la luz de Dios se opaca por las preocupaciones de la vida cotidiana. A menudo decimos: no tengo tiempo para rezar, no puedo hacer un servicio en la parroquia, responder a las peticiones de los demás… Pero no debemos olvidar que el Bautismo que recibimos nos hizo testigos, no por nuestra capacidad, sino por el don del Espíritu”, dijo.
El Pontífice subrayó que entre los doce apóstoles, Jesús eligió llevar consigo al monte a Pedro, Santiago y Juan. No lo hace porque son “más santos”, explicó, pues posteriormente Pedro lo negó y los dos hermanos, Santiago y Juan, le pidieron ocupar el primer lugar en su Reino.
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