Antes del rezo del Ángelus, el Papa Francisco reflexionó sobre la figura de Zaqueo, publicano recaudador de impuestos de Jericó, a quien el Evangelio de Lucas pone como protagonista este domingo.
“Dios condena el pecado –dijo el Santo Padre– pero trata de salvar al pecador, va a buscarlo para traerlo de vuelta al camino correcto”.
El Papa explicó que Zaqueo era un hombre rico que recaudaba impuestos por cuenta del Imperio Romano, y lo hacía no de manera honesta, sino pidiendo soborno, lo cual aumentaba el desprecio por él.
Pero cuando Jesús pasaba cerca de él, levantó su mirada y lo vio. Y “esto –señaló el Obispo de Roma– es importante porque la primera mirada no es la de Zaqueo, sino la de Jesús”, que busca entre tanta gente el rostro del pecador.
“La mirada misericordiosa del Señor –explicó– nos alcanza antes de que nosotros mismos nos demos cuenta de que necesitamos que ser salvados”.
Y es a partir de esa mirada del divino Maestro –continúo el Pontífice– que “comienza el milagro de la conversión del pecador de Jericó (…) Gracias a Jesús, Zaqueo descubre “que es posible amar gratuitamente”.
“Al encontrar el Amor, descubriendo que es amado a pesar de sus pecados, se vuelve capaz de amar a los demás, haciendo del dinero un signo de solidaridad y de comunión”, concluyó.
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