Nadie debe ser excluido, aseguró el Papa Francisco en su mensaje con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado 2022 que tiene por lema Construir el futuro con los migrantes y los refugiados.
En el mensaje dado a conocer por el Vaticano, el Santo Padre recuerda que es con todos ellos con quien Dios quiere edificar su Reino.
Estos son los principales puntos expuestos:
El sentido último de nuestro “viaje” en este mundo es la búsqueda de la verdadera patria, el Reino de Dios inaugurado por Jesucristo, que encontrará su plena realización cuando Él vuelva en su gloria, explicó el Papa Francisco en su mensaje.
“A la luz de lo que hemos aprendido en las tribulaciones de los últimos tiempos, estamos llamados a renovar nuestro compromiso para la construcción de un futuro más acorde con el plan de Dios, de un mundo donde todos podamos vivir dignamente en paz”.
El proyecto de Dios es esencialmente inclusivo, aseguró el Santo Padre, y sitúa en el centro a los habitantes de las periferias existenciales.
“Entre ellos hay muchos migrantes y refugiados, desplazados y víctimas de la trata. Es con ellos que Dios quiere edificar su Reino, porque sin ellos no sería el Reino que Dios quiere. La inclusión de las personas más vulnerables es una condición necesaria para obtener la plena ciudadanía”.
Construir el futuro con los migrantes y los refugiados significa también reconocer y valorar lo que cada uno de ellos puede aportar al proceso de edificación, dice el Papa en su mensaje.
“Me gusta ver este enfoque del fenómeno migratorio en una visión profética de Isaías, en la que los extranjeros no figuran como invasores y destructores, sino como trabajadores bien dispuestos que reconstruyen las murallas de la Nueva Jerusalén, la Jerusalén abierta a todos los pueblos (cf. Is 60,10-11)”.
La historia nos enseña que la aportación de los migrantes y refugiados ha sido fundamental para el crecimiento social y económico de las sociedades, y lo sigue siendo así hoy.
“Su trabajo, su capacidad de sacrificio, su juventud y su entusiasmo enriquecen a las comunidades que los acogen. Pero esta aportación podría ser mucho mayor si se valorara y se apoyara mediante programas específicos”.
Los habitantes de la Nueva Jerusalén —como dijo Isaías— mantienen siempre las puertas de la ciudad abiertas de par en par, para que puedan entrar los extranjeros con sus dones.
En ellos “descubrimos también la riqueza que encierran religiones y espiritualidades desconocidas para nosotros, y esto nos estimula a profundizar nuestras propias convicciones”.
Por último, el Papa hizo un llamado a cooperar con nuestro Padre celestial en la construcción del futuro:
“Hagámoslo junto con nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados. ¡Construyámoslo hoy! Porque el futuro empieza hoy, y empieza por cada uno de nosotros. No podemos dejar a las próximas generaciones la responsabilidad de decisiones que es necesario tomar ahora, para que el proyecto de Dios sobre el mundo pueda realizarse y venga su Reino de justicia, de fraternidad y de paz”.
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