Este 6 de enero, en la Solemnidad de la Epifanía, el Papa Francisco celebró una Misa e la Basílica de San Pedro, en cuya homilía invitó a la comunidad a meditar sobre el caminar de los Reyes Magos a Jerusalén, impulsados por el deseo de Dios, que los llevó incluso a abandonar aquellas seguridades que les daban la fama y la riqueza de la que gozaban.
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“Desear -dijo- significa mantener vivo el fuego que arde dentro de nosotros y que nos impulsa a buscar más allá de lo inmediato, más allá de lo visible. Es acoger la vida como un misterio que nos supera, como una hendidura siempre abierta que invita a mirar más allá, porque la vida no está ‘toda aquí’, está también ‘más allá’”.
El Papa Francisco explicó que son justamente los deseos los que ensanchan nuestra mirada y nos impulsan a ir más allá: más allá de las barreras de la rutina, más allá de una vida embotada en el consumo, más allá de una fe repetitiva y cansada, más allá del miedo a arriesgarnos y comprometernos con los demás.
Señaló que, como Iglesia, también debemos alimentar ese deseo de Dios, que nos lleve a preguntarnos en qué punto del camino de la fe estamos, o si estamos atrapados en una religión convencional, exterior, formal, que ya no inflama el corazón y no cambia la vida”.
“Es triste -lamentó el Papa Francisco-, cuando una comunidad de creyentes ‘no desea más’ y cansada se deja arrastrar, en lugar de dejarse sorprender por Jesús, por la alegría del Evangelio. La falta de deseo lleva a la tristeza y a la indiferencia”.
La razón por la que existe actualmente una crisis de fe -aseguró el Santo Padre-, es porque el mundo se ha replegado demasiado en los mapas terrenales y se ha olvidado de elevar la mirada hacia el cielo. “Nos hemos obsesionado con las necesidades, con lo que comeremos o con qué nos vestiremos, dejando que se volatilice el deseo de aquello que va más allá”.
Por otra parte, el Papa Francisco señaló que los Reyes Magos, al desafiar a Herodes, nos enseñan que necesitamos una fe valiente, profética, que no tenga miedo a desafiar las lógicas oscuras del poder, y se convierta en semilla de justicia y de fraternidad, “en sociedades donde, todavía hoy, tantos Herodes siembran muerte y masacran a pobres y a inocentes”.
Finalmente, el papa Francisco aseguró que el deseo de Dios sólo se puede renovar si recuperamos el gusto por la adoración, la cual vence a la ‘dictadura de las necesidades’. Pues un corazón enfermo -dijo-, cuyos deseos únicamente coinciden con sus necesidades, puede ser sanado por Dios, quien eleva y purifica los deseos, abriéndonos al amor por Él y por los hermanos.
Con información de Vatican News
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