En la Segunda Estación del Viacrucis, Jesús no sólo carga su cruz sino que la abraza, en la que nos invita a reflexionar sobre la cruz como el signo más seguro de su ternura, ya que desea hacerte semejante a Él.
Así… “Ellos gritaron: ¡afuera, afuera, crucifícalo!”. Les dice Pilato: “¿Voy a crucificar a su rey?”. Los sumos sacerdotes contestaron: “No tenemos más rey que el César”. Entonces se lo entregó para que fuera crucificado. Se lo llevaron y Jesús salió Él mismo cargado con la cruz hacia un lugar llamado La Calavera, en hebreo Gólgota” Jn 19,15-17.
A través de la meditación, la oración, la contemplación y la acción respecto a la anterior lectura del Evangelio, podemos preguntarnos:
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