Este 20 de noviembre se cumplen 16 años de que en Guadalajara fuera beatificado un grupo de 13 mártires de la Guerra Cristera, entre los que se encuentra el ahora santo José Sánchez del Río.
La ceremonia la realizó el cardenal José Saravia Martins durante el pontificado de Benedicto XVI, en la solemnidad de Cristo Rey, aunque había sido aprobada por San Juan Pablo II.
De este grupo, 10 eran laicos y 3 sacerdotes, uno claretiano.
Como cabeza visible de todos quedó Anacleto González Flores, a quien posteriormente, el Papa Francisco declaró patrono de los laicos en México.
Anacleto González Flores (13 de julio de 1888-1 de abril de 1927) fundó en Guadalajara la ACJM (Acción Católica de la Juventud Mexicana) vivió de cerca la Revolución Mexicana y veló por la seguridad de la Iglesia, y a partir de las leyes anticlericales de Plutarco Elías Calles, defendió a la Iglesia y promovió un boicot económico en contra los servicios del gobierno, oponiéndose siempre al uso de las armas.
Fue presidente de la ACJM y de la Unión Popular; apoyó el boicot económico y trabajó con Anacleto González Flores en la Liga Nacional Defensora de la Libertad Religiosa. Él fue apresado el 1 de abril de 1927 y conducido al cuartel “Colorado” donde se encontró con Anacleto González, José Ramón y Florencio Vargas González; todos ellos fueron torturados y asesinados.
Formó parte del Partido Católico Nacional; impulsó varias obras sociales entre ellas una caja de ahorro para campesinos, una cooperativa de consumo y círculos de estudio. Fue encarcelado varias veces. El Papa Pio XI le concedió la medalla Cruz Pro Eclesia et Pontifice a Miguel y a su amigo Anacleto González Flores.
El primero era cantor en los templos y el segundo mecánico. Prestaron ayuda a la Iglesia en los tiempos de persecución y ambos asistieron al entierro de Anacleto González Flores.
Los dos pertenecían a la ACJM, y ocultaban a sacerdotes que eran perseguidos. Acusados de ocultar a Anacleto González Flores fueros apresados.
Proporcionaba alimentos y ropa a los cristeros, aunque nunca empuño un arma, los militares lo buscaron y él mismo se entregó. Fue fusilado.
Es el único que ya fue declarado santo por el Papa Francisco.
Los mártires de San Joaquín, en Guanajuato, fueron dos sacerdotes: Trinidad Rangel (1887-1927) y Andrés Sola (1895-1927), quien nació en España, y un laico: Leonardo Pérez Larios; los tres fueron fusilados en el Rancho San Joaquín, falsamente acusados de haber asaltado el tren de Guadalajara.
El Padre Darío Acosta Zurita nació en Veracruz en 1908 y fue asesinado el 25 de julio de 1931, por odio a la fe, después de haber bautizado a un niño en la Iglesia Parroquial del Puerto, donde fue sepultado.
Carlos Villa Roiz es periodista especializado en religión.
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