A 40 años del asesinato de San Óscar Romero, la Iglesia de El Salvador recordará, unida en oración, su martirio y el de otros religiosos que murieron en el marco del conflicto armado, pues la emergencia sanitaria internacional impidió las celebraciones litúrgicas y otras actividades previstas para esta conmemoración.
Monseñor Óscar Romero fue asesinado mientras celebraba Misa el 24 de marzo de 1980 por un francotirador, con la complicidad y colaboración del gobierno. El entonces Arzobispo de San Salvador era crítico de la injusticia, y por lo tanto, el Estado lo consideraba un enemigo.
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A través de un comunicado, los obispos aseguraron que “el martirio es el mayor testimonio de la fe, pues reproduce fielmente a Cristo, al entregar la propia vida para que otros tengan vida en abundancia”.
San Óscar Arnulfo Romero nació el 15 de agosto de 1917 en Ciudad Barrios, departamento de San Miguel, vivió una infancia junto a sus otros hermanos en un entorno acentuado por la sencillez, la humildad y el fervor a la Virgen María y Dios, como se afirma en datos biográficos.
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Fue ordenado sacerdote en 1942 y arzobispo, en 1977; San Romero de América nació el 15 de agosto de 1917. Sus valores morales que, sumados a los votos sacerdotales de pobreza y obediencia, sellaron el destino del más universal de los salvadoreños.
Fue reconocido como mártir por odio a la fe y beatificado en El Salvador hasta 2015 y canonizado por el Papa Francisco el 14 de octubre de 2018.
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