Categorías: Historias de Fe

Se divorció influenciada por el demonio, al liberarse rescató su Matrimonio

De niña, Luz Ivonne Ramírez, fue testigo de la pornografía que veía su papá, y sin darse cuenta fue creciendo con un cúmulo de traumas que la hicieron llegar hasta el adulterio, buscando una felicidad falsa lejos.

Dios le permitió ver en un amante el rostro de un demonio, esto le causó terror y miedo y ahí empezó un camino de regreso a su esposo, aún después de haberse divorciado de él.

Las oraciones de él y sus hijos fueron fundamentales para su reconciliación y cuando se entregó en obediencia a Dios y la Virgen María, fue liberada de esos demonios que le hacían sentir asco por su esposo.

Actualmente Luz Ivonne es orientadora matrimonial católica, además tiene una amplia trayectoria como colaboradora en medios de comunicación. A través de su testimonio quiere transmitir a las parejas que el divorcio no es la solución.

-¿Cuál es tu nombre y cuántos años tienes?

Luz Ivonne Ramírez Padilla, nací en León, Guanajuato, soy bisnieta del fundador del equipo León y pronto cumpliré 51 años.

-¿Cuáles consideras que son los talentos que Dios te ha dado?

De a poco sigo descubriendo talentos que Él me sigue prestando, pero me parece que tengo mucha sensibilidad para las letras, me fascina escribir. Desde niña empecé a escribir un diario y solo les escribía a Dios y a la Virgen María; con Ellos me desahogaba o les reprochaba. Al paso de los años dejé de escribir cuando mi mami, que es la que me adopta, comenzó a leerlo.

También descubrí que me gusta enseñar. En la escuela hacía trabajo social y enseñaba a leer y a escribir a los adultos. Entonces, desde chiquita descubrí mi pasión por la docencia, amo enseñar y ese ha sido el pretexto para llevar a Dios a los demás.

Otro talento que Dios me ha prestado es la escucha atenta, sin juicio. Las personas queremos hablar en un espacio seguro, la gente se abre de capa conmigo y yo voy al Santísimo, le platico las situaciones y me dice: “¿Ya me los mandaste?”.

Y mi mayor talento es ser mamá y, más allá, ser esposa.

Luz Ivonne creció con su abuela, quien fue su mamá adoptiva. Foto: Cortesía Luz Ivonne Ramírez

-En tu niñez perdiste a tu madre, te cría tu abuela, ves una vida de excesos en la familia de tu padre y se abre una caja de pandora: la pornografía, ¿a qué edad fue tu contacto con este tipo de material?

No recuerdo la edad, pero sí era muy niña. Hice mi primera comunión a los siete años y, al siguiente día, se casó mi papá. Y lo hizo así para que mi familia no fuera a su boda. Yo llegaba a su casa y por donde quiera estaban las revistas pornográficas y los cuadros que tenía en la pared eran de mujeres desnudas. Le platicaba a mi abuelita y me decía que eso no era normal, que mi cuerpo era un templo del Espíritu Santo.

Seguí creciendo y recuerdo que en una ocasión me llamó mucho la atención una de las revistas y la vi delante de mi papá. Lo único que él dijo fue: “Mira mi hijita, tiene los mismos gustos de su papi”. Hoy lo entiendo y pienso que él no tenía ni idea de lo que me estaba haciendo. Eso es un abuso sexual.

Como consecuencia me sentía muy sucia. Mi papá me decía: “Ivonne, si un día sales embarazada, te llevo a abortar”. Mientras que mi mamá adoptiva, mi abuela, me decía: “Si un día sales embarazada, te corro de la casa”. No crecí con una educación afectiva sana.

¿Eso te llevó a experimentar otras cosas?

No te puedo decir si abusaron de mí, porque no lo tengo claro, pero sí tuve un despertar, en esa parte afectiva sexual, de una forma muy abrupta y eso te lleva a tener una deformación de tu persona, de tu cuerpo. Por eso, siento que Dios me protegió muchísimo.

-Uno de tus dones es la belleza, ¿cómo fue tu proceso sentimental?

Yo, Luz Ivonne, jamás me he sentido bonita. Muchas veces le he tenido que decir a Dios “préstame tus ojos para verme a través de ellos”. Es importante que los papás hagamos hincapié en la importancia de una educación afectiva sana. Yo no la tuve y no lo pude ver en el espejo. Una sola vez en mi vida recuerdo que me vi y me reconocí bonita y, a mis 51 años, sigo trabajando en eso. Tenía muchos pretendientes, pero no me la creía.

Cuando conocí a mi esposo para mí era como el príncipe azul y decía: “Por fin alguien tan guapo”, y me enamoré. Apenas tenía 16 años.

Fue un noviazgo muy tóxico que duró siete años. Él era parrandero y a los cuatro años descubrí que tenía otras mujeres y terminamos. A partir de ese quiebre empecé a desarrollar problemas alimenticios y dejé León en Guanajuato México, porque no podía con todo eso y me fui a estudiar a la ciudad de Puebla.

Lo dejé de ver dos años y, en ese tiempo, él comenzó con una conversión impresionante y me volvió a buscar, me pidió perdón y me dijo: “Me di cuenta que eres el amor de mi vida. Lo que te hice no fue de hombres y quiero hablar con tu mamá y pedirle perdón a toda tu familia”. Y fue lo que hizo, mi mamá le leyó la cartilla y a los dos años nos casamos.

Luz Ivonne y Tomás el día de su boda. Foto: Luz Ivonne Ramírez/Cortesía.

¿Un cuento de hadas?

Hoy sí, después de haber pasado un mega infierno. Hoy sé la raíz, porque desde niña venía cargando un problema afectivo e iba a terapia, pero cuando llegábamos al tema de mi papá me aburría y la dejaba. Y me arrepiento, porque si hubiera seguido no hubiera cometido tantos errores en mi matrimonio, pero en mi casa siempre me dijeron que no necesitaba un papá. Cuando lloraba porque extrañaba a mi mamá biológica me decían: “¿Por qué la extrañas? ¡Qué mal agradecida! ¡Aquí te hemos dado todo!”.

Hoy he perdonado a mi papá de corazón. Él murió hace cinco años, estaba en estado de coma y cuando entré a verlo le tomé la mano, junto con el rosario, y se lo encomendé mucho a la Virgen María. Le platiqué, lo perdoné y cuando entró la enfermera quise soltar a mi papá y él apretó mi mano. En ese momento entendí que así como él me había dejado cuando tenía dos meses de nacida en unas manos amorosas, ahora yo lo estaba dejando en las manos de una madre que lo esperaba con ansia: mamá María.

Y dije: “Señor, es todo tuyo, el perdón es absoluto”, y también yo le pedí perdón, porque nunca supe comprender que él también estaba herido, dolido y abandonado.

-¿En qué momento te sumiste en el fango y en el infierno?

Ya tenía bastantes años de casada y mi mami, mi abuelita, murió y me dejó heredada como hija. Y cuando se llegó el momento de la repartición de la herencia mis hermanos me la robaron, porque decían que yo no era hija. Para mí no fue el dinero, fue el desarraigo y el sentir que ya no pertenecía. Me robaron mi identidad.

A nadie le deseo lo que yo pase, porque me volví loca del dolor y una persona loca no puede hacer más que locuras. No había manera de asimilarlo y caí en un victimismo atroz que no supe gestionar.

En el 2009 me habló una de mis hermanas para invitarme a pasar la Navidad y me fui a México sola, con mis hijos, porque la relación en mi matrimonio ya estaba fatal. Estando en León tomé la decisión de abandonar a Tomás mi esposo porque ya no me hacía feliz, según yo, él era el causante de todos mis problemas, porque no me entendía y lo abandoné. Sentí que me quitaron una piedra de la espalda y pensé que era una señal de Dios… vaya soberbia la mía. El enemigo supo por dónde meterse.

De manera definitiva me fui a vivir a León, mi hijo más pequeño se fue conmigo y así duramos dos años. Yo estaba convencida de que estaba haciendo lo correcto.

Luz Ivonne tomó la decisión de abandonar a su esposo y continuar la vida familiar solo con sus hijos. Foto: Luz Ivonne Ramírez/Cortesía.

¿Por qué considerabas que ya no te hacía feliz?

Yo decía que no me hacía feliz porque no comprendía la situación por la que yo estaba pasando con mi familia; no me hacía feliz porque yo tenía que trabajar y en realidad él no era el problema sino yo. Una crisis personal la confundí con una crisis matrimonial. Entonces, los pequeños defectitos se magnificaron.

¿Cómo era tu esposo en la relación?

Siempre ha sido igual, pero sí cambió el hecho de que era muy ordenado, al grado de ser castrante, controlador y chocábamos.

Hoy comparte ante todas las personas que él era controlador mientras que yo y mis hijos éramos de espíritu libre. En su testimonio dice: “Un día llegué a mi casa y todo estaba ordenado como yo lo quería, pero ya no estaba ella y dije ‘bendito desorden, dónde está mi mujer’”.

Se empezó a dar cuenta de todo en lo que había fallado en la relación y lejos de pretender rescatar el matrimonio, empezó a hacer cambios en él, en pro de nuestro matrimonio y en pro de mí. Y fue tan suave, tan elegante, que yo no me daba cuenta. Estoy casada con el mismo en esencia, pero todo lo que no aportaba ya no existe, todo se convirtió para bien.

¿Cómo salvaste tu matrimonio?

Cuando me fui a León, él se quedó en McAllen, Texas, en Estados Unidos. Era una lucha impresionante la que yo traía. Estaba convencida de que era la fuente de toda mi desventura y quería deshacerme de él.

Duramos, entre la separación y el divorcio, cinco años y quería seguir teniendo mi matrimonio y mi familia, pero ya no con él.

En esa época conocí a un hombre de mi misma ciudad al que encontré por las redes sociales, 10 años mayor que yo que en cuanto lo vi dije: “¡Wow, este es todo el tipo de mi papá! Si yo ando con él, seguro mi papá me va querer”. Te estoy hablando de que yo tenía 40 años.

Comencé la relación con él y mi papá me habló y me quiso como nunca. De rodillas le doy gracias a Dios que el tipo me haya engañado y robado; lo poquito que tenía lo perdí. En ese adulterio vi a Satanás, su mirada estaba frente a la mía. El demonio habita cuando no hacemos las cosas que Dios quiere y yo corría al confesionario todos los días.

¿Comenzaste a buscar la nulidad del matrimonio?

Claro. La busqué de mil maneras porque pensaba casarme con él. Al pasar por ese infierno Dios me dio muchos momentos de lucidez y fue cuando llegó una oración del Espíritu Santo: “Aparta de mí todo lo que me aparte de Ti, nunca permitas que ningún amor humano me separe de Ti ni de la verdad, porque deseo ser solo tuya Mi Señor, vivir en Ti y morir para Ti”. Todos los días la rezaba y lo hago hasta el día de hoy.

Hombre que yo conocía, potencial de príncipe azul que le encontraba. Yo necesitaba que alguien me rescatara, sin saber que mi Señor me estaba rescatando todos los días, que estaba dando la pelea por mí. Fue una batalla muy fuerte la que viví, pero también mi esposo porque él, junto a mis hijos, oraban por mí. Él me decía: “Yo te veía y ya no eras tú”.

¿Andabas en las fiestas, en el alcohol?

No. Me metí a trabajar a un colegio porque sentía que ahí me podían proteger. Entendí que mi pensamiento solo pertenece a Dios y a mi marido. Dios sabe que solo quería ser rescatada.

¿En qué momento eres liberada?

Tomás, desde que me acuerdo, me pedía que volviéramos. Me quedó muy claro que en una crisis matrimonial no habita Dios, y no porque Él no quiera, sino porque le damos entrada a otros demonios. El demonio goza viendo esa división. Les causé heridas a mis hijos y eso me dolió mucho.

A los cinco años, Tomás me invitó a festejar mi cumpleaños y, soberbia mía, le hice el favor de aceptar. Cuando yo les digo que por Tomás desarrollé asco, es parte del engaño. Yo no resistía su aroma; él me mandaba frases de Dios y parecía que me echaban agua bendita porque me enojaba.

Yo le pedía a la Virgen un esposo como san José y, en cada petición, aparecía Tomás en mi mente. Hasta que lo entendí y le dije: “¿Tú quieres que este sea mi príncipe azul? Te voy a pedir dos favores: quítame el asco que le tengo y préstame tus ojos para verlo a través de tus ojos y préstame tu corazón para amarlo a través de tu corazón”.

Nos fuimos a cenar en mi cumpleaños y después de cenar me dijo: “Te invito a un hotel en McAllen que me dijeron que tiene un mirador súper bonito”. Acepté y, al llegar, me di cuenta que era la suite nupcial y en cuanto entramos puso el vals de nuestra boda, la cama estaba decorada con pétalos de rosa y había una botella de champagne. Le dije: “Tomás, por qué me haces esto si sabes que no te quiero, que no te amo”.

Él solo me abrazó y fue el abrazo que yo había pedido toda mi vida, con el que yo soñaba con sentirme protegida. En ese momento yo lloraba y él como san José, en silencio. Llegó un momento en que ya no pude más, levanté mi mirada al cielo y le dije al Señor: “Tú sabes que no lo quiero, pero si Tú quieres que vuelva con él, lo voy a hacer. No vuelvo por amor, sino por obediencia a Ti”.

En ese momento me dejé abrazar por Tomás y le dije: “Vamos a volver”.  Ahí fue mi fiat y se me cayó la venda de los ojos. Él y yo decidimos volver, no para ver si funcionaba, sino para hacerlo funcionar. Volvimos para abrazar el sacramento y para hacernos santos con nuestro sacramento. Y de eso ya van a ser ocho años.

¿En qué momento dejas de sentir asco por él?

En el momento en que le digo a Dios que vuelvo con él por obediencia, cuando me abandoné totalmente a Dios. Ese asco se ha transformado en un gran amor, más no le puedo amar y lo amo cada día.

Los dos nos pedimos perdón, a través de todo un proceso, junto con nuestros hijos. Lo único que yo he recibido de ellos es la misma compasión y misericordia que Dios ha tenido conmigo. Hasta el día de hoy nuestros hijos quieren tener un Matrimonio como el nuestro.

¿Se volvieron a casar?

Sí. Hicimos un proceso de perdón divino y lo podemos recordar sin dolor y compartirlo con la gente. Renovamos nuestros votos y por primera vez vivimos, en totalidad, la gracia del sacramento. En él veo a Cristo, es una persona que siempre creyó en mí cuando yo no lo hacía.

La pareja volvió a casarse tras su reconciliación. Hoy ella es consejera matrimonial católica. Foto: Luz Ivonne Ramírez

¿Es posible volver a enamorarse?

Es posible re-amar a tu cónyuge, porque ese amor hay que reaprenderlo y sale de esa fuente inagotable que se llama Cristo. Es un amor nuevo, hay que creerlo y hay que hacerlo. Sí se puede volver a amar de una forma diferente y santa al cónyuge.

 

¿Quieres rescatar tu matrimonio? escríbele a Luz Ivonne

Ivonneream1@gmail.com 

ream@thealexanderhouse.org

 

O síguela en sus redes sociales:

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https://www.instagram.com/luzivonneream/?hl=es-la

 

Chucho Picón

Licenciado en periodismo, tiene amplia experiencia como reportero, fotógrafo, editor de videos y social media. Apasionado de los drones. Actualmente estudia una Maestría en Comunicación Digital en la Universidad Anáhuac. Ha colaborado como reportero y social media en el periódico El Observador de la actualidad de México, el Despertador Hispano y como reportero externo en Detroit Catholic en Español. Ha colaborado con Aleteia, enviado a Nueva York, Filadelfia y en México para las visitas papales, así como enviado al V Encuentro de la Pastoral Hispana en Estados Unidos y en la JMJ de Panamá. Actualmente es reportero corresponsal en México y colabora también en el Social Media Management de Aleteia. Es el community manager de la Biblia Católica para Jóvenes. Colabora como voluntario en la producción en Tv Mensajeros de fe en la ciudad de Tulsa Oklahoma, en la parroquia de St Thomas More.

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