Historias de Fe

Monjas clarisas: De la costura religiosa a crear cubrebocas por COVID-19

Oración, hostias, rompope, repostería y atuendos litúrgicos eran las principales actividades de las 28 hermanas que viven en el Protomonasterio de Santa Clara, en la Ciudad de México, de la orden de las clarisas franciscanas; sin embargo, la pandemia por COVID-19 también ha tocado su puerta para enseñarles una nueva forma de ganarse la vida: la elaboración de cubrebocas.

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Sin duda la pandemia ha movido su día a día, pero no su fe. Antes del primer caso de la enfermedad registrado en México, sus actividades comenzaban a las 4:30 de la mañana. Oraban, desayunaban y posteriormente se dividían en grupos para realizar actividades de costura, repostería o elaborar las hostias, su principal fuente de ingresos.

“Ahora nuestro día comienza una hora más tarde, lo primero que hacemos es orar, que es nuestra principal tarea, posteriormente desayunamos y comenzamos a confeccionar los cubrebocas, ahora ésta es nuestra principal fuente de ingresos”, explicó a Desde la fe, la abadesa Aurora Morante Miranda.

Cerca de 18 hermanas clarisas participan en el diseño y confección de los cubrebocas. Foto: Javier Juárez/Desde la fe.

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Se distinguen por hacer cubrebocas para personas con discapacidad auditiva

La idea de hacer cubrebocas surgió de la semióloga Alejandra Otegui Larregui, quien contactó a la Unión de Contemplativas de la Arquidiócesis de México para saber si a alguna de las religiosas les interesaba fabricarlos. Fueron las hermanas clarisas quienes levantaron la mano pues ya tenían experiencia elaborando vestimentas litúrgicas.

De la semióloga también surgió la idea de que entre los que elaboraran se hicieran cubrebocas para personas con discapacidad auditiva, con una mica a la altura de la boca para que puedan leer los labios.

Otegui les consigue la tela, las micas y algunos otros insumos. A este nuevo trabajo, las clarisas le dedican siete u ocho horas al día, dependiendo de los pedidos que tengan, pues cada vez más organizaciones se acercan a ellas para fabricarlos.

Foto: Javier Juárez/DLF

La pandemia una oportunidad

“Ha sido un gran cambio para todas nosotras, porque estábamos acostumbradas a trabajos en el que todas ya éramos expertas, pero de repente cambió todo. Le agradecemos a Dios porque hemos podido explotar otros dones”, dijo la abadesa.

Para sor María Inés, quien es la encargada de buscar modelos de cubrebocas, comenta que ha sido una oportunidad para convivir, pues a pesar de que viven juntas, muchas no saben sus historias.

“Es muy gratificante estar todas juntas, compartiendo una actividad, trabajar con ellas. Yo tengo 22 años viviendo en el monasterio y pensé que ya las conocía muy bien a todas, pero me doy cuenta que no. Apenas me enteré del segundo apellido de una de las novicias”, comentó entre risas.

Madre Angelina, abadesa del protomonasterio de las clarisas. Foto: Javier Juárez

Para otra de ellas, sor María del Dulce Nombre, la pandemia fue una oportunidad para desenvolverse en otro trabajo.

“El Espíritu Santo nos ha iluminado para encontrar nuevas formas para subsistir, pues tenemos a dos hermanas convalecientes, una de un infarto y otra de una operación. Eso es lo más apremiante”, señala.

También elaboran comida

Para obtener más recursos, las clarisas preparan y venden sobre pedido tamales, atole, empanadas, pasteles, galletas, entre otros postres.

“A todos nos cambió esta pandemia, incluso a nosotras, Dios nos da la oportunidad de un cambio y Él nos da la gracia de adaptarnos. La manera de facilitarnos estos tiempos, es hacer nuestras labores pensando en que es un servicio para Dios”, dijo sor María.

Para las personas que deseen cubrebocas y pedidos de alimentos pueden acudir a: Calle General López de Santa Anna #36, Colonia Martín Carrera, Ciudad de México, o llamar al teléfono 5577-2636

Cynthia Fabila

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