Historias de Fe

“Me encomiendo a la Guadalupana”: camillero de pacientes COVID-19

Desde la fe se construye con tu ayuda. Suscríbete a nuestra revista digital desde 40 pesos al mes y disfruta de contenidos únicos. Visita revista.desdelafe.mx  Si tienes dudas, manda un WhatsApp al +52 55-7347-0775

 

GUADALUPE ABRAHAM González es camillero del área de Terapia Intensiva del Hospital General de México, donde hoy se atiende a pacientes de COVID-19 que llegan en estado crítico.

Abraham trae el sello guadalupano desde pequeño, pues no sólo lleva el nombre de la Morenita del Tepeyac, también nació un 12 de diciembre, día en que se celebra a la Virgen. Confiado en su intercesión, asegura no temer. Recibe a los pacientes y los moviliza para reciban atención, entre otras funciones.

Puedes leer: Enfermera de COVID-19: “sus oraciones nos dan esperanza”

Así vivió Abraham el inicio de la pandemia

Desde hace años, Abraham procura no ver noticias, pues considera que la mayoría son malas y prefiere no cargarse de preocupaciones para poder enfocarse en los enfermos, que requieren ser atendidos con paciencia y amabilidad. De manera que, cuando se comenzó a hablar de un virus que se había originado en China, procuró evadir el tema en la medida de lo posible; e incluso -acepta-, quiso inclinarse por la idea de que se trataba de un ardid político, como algunas personas mencionaban por ahí.

“Al principio, yo estaba casi seguro que nada iba a pasar en el hospital; después, cuando llegaron los primeros pacientes, quise pensar que no serían tantos. Pero la llegada de enfermos fue incrementándose de modo rápido; platiqué entonces con compañeros de otros hospitales, y me di cuenta de que era un problema muy grande”.

Ahora, para Abraham es sorprendente la cantidad de personas que ha visto morir en estos meses: “Unos llegan, y en tres horas les estamos dando el adiós; otros se mantienen más tiempo, y quieras o no, se forma entre ellos y nosotros un tipo de conexión humana; por eso, también cuando uno sana, todos sentimos una alegría inmensa”.

Leer: Con videollamada, médicos y sacerdotes dan consejo por COVID-19

Llevar tanto tiempo brindando sus servicios en el área de Terapia Intensiva ha sensibilizado a Abraham con el sufrimiento de los pacientes: se ha vuelto más empático y en muchos de ellos ha llegado a ver reflejados a sus familiares. Por otro lado, ha desarrollado un sentido práctico del “deber ser” con el paciente.

Abraham cuenta que a lo largo de los años fue entendiendo que su labor no era trasladar o movilizar gente, sino hermanos, así que procura siempre darles el mejor trato posible durante el tiempo que estén internados.

“Invariablemente me presento por mi nombre, y les pregunto el suyo para no llamarles por número de cama. Mientras estén conscientes y puedan contestar a señas o palabras, yo trato de interactuar con ellos; incluso hasta bromearlos, si la situación lo permite. Tal vez es algo que no está bien visto por las instituciones de salud; pero para mí, el hecho de generarles una sonrisa es algo de lo más satisfactorio”.

Abraham asegura que, por más fallecimientos que haya visto a lo largo de los años en el hospital, una nueva muerte siempre le  impacta; “sin embargo -dice-, no puedo sufrir por cada paciente que se nos va, así que, en lo personal, trato de dar a mis pacientes el mejor servicio. Si llegan a padecer, me quedo con la satisfacción de que hice lo correcto y lo mejor mientras vivían, que es lo que realmente vale”.

La recuperación de uno es alegría de todos. Foto: especial.

El deber, un valor apreciable

En este tiempo, en que la pandemia se resiste a ceder, Abraham sabe que cada día volverá al área de Terapia Intensiva a cumplir con las tareas que le corresponden, no sin antes persignarse al salir de casa, y encomendarse a la Virgen de Guadalupe al llegar a su sitio de trabajo.

“Encomendarme a la Virgen de Guadalupe es la mejor forma que yo encuentro de liberarme de tensiones y poder estar al máximo de mi capacidad para cumplir con mi labor, pues la fe te ayuda a sanar, a resolver cosas que uno como humano no puede, así que yo le digo a Ella: ‘Madre, yo no puedo con esto o con lo otro, lo pongo en tus manos, tú vas a resolverlo de la mejor manera, y yo estaré conforme con lo que tú resuelvas”.

El camillero tiene un deseo que espera ver realizado a futuro, le gustaría que pacientes que se recuperaron se reunieran con el personal que los atendió. “Una palabra de agradecimiento es la mayor recompensa que uno puede tener”.

Vladimir Alcántara Flores

Editor de la revista Desde la fe/ Es periodista católico/ Egresado de la carrera de Comunicación y Periodismo de la Facultad de Estudios Superiores Aragón.

Entradas recientes

Congreso Eucarístico Internacional en Ecuador: ¿Qué significa ante la convulsión política que sufre América Latina?

¿Cuál es el aporte de la Iglesia Católica en un mundo sacudido por guerras y…

3 semanas hace

¿Quién tuvo la razón: el sacerdote, la mamá o las mujeres del equipo de liturgia?

¿Qué podemos aprender de este episodio ocurrido en México? El P. Medel reflexiona sobre lo…

3 semanas hace

Queremos un gobierno para todos

En el marco del Último Informe de Gobierno de AMLO y del inicio de la…

3 semanas hace

Pon la basura en su lugar

El verdadero Edén es el corazón humano en donde Dios mismo quiere pasear sabiendo que…

3 semanas hace

Misal Mensual Septiembre 2024 – Santa Misa (Con las Lecturas y el Evangelio del día)

Descarga gratis el Misal Mensual en PDF de Septiembre 2024, un libro litúrgico que te…

3 semanas hace

Vecindad solidaria

La solidaridad no es un acto aislado, sino una responsabilidad compartida

3 semanas hace

Esta web usa cookies.