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Lectio Divina: “Bauticen en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”

Lectura del Santo Evangelio

En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea y subieron al monte en el que Jesús los había citado. Al ver a Jesús, se postraron, aunque algunos titubeaban. Entonces, Jesús se acercó a ellos y les dijo: “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándolas a cumplir todo cuanto yo les he mandado; y sepan que yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo”. (Mt. 28,16-20)


Mons. Salvador Martínez

 

Reflexión

Después de haber leído varias veces el texto del Evangelio, pido a Dios que ilumine mi mente para realizar este ejercicio de oración por medio de su Palabra. En primer lugar, me llama la atención el hecho de que hay que bautizar “en nombre de…” ¿Qué sentido puede tener el uso de esta fórmula? (Momento de silencio interior…) En el lenguaje cotidiano, cuando alguien no puede estar físicamente presente, envía a otra persona en su nombre. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están presentes en el sacramento del Bautismo, pero éste funciona a base de cosas que se oyen, se ven y se tocan. Por tanto, el ministro que bautiza no bautiza por su propio poder o para que se realice una obra propia, sino para hacer la obra del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Yendo un poco más allá, me viene preguntar: ¿Cuál será el efecto de ser bautizado en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo? (Momento de silencio interior…) En primer lugar resulta claro que por el Bautismo quedo asociado a la obra redentora del Señor Jesús resucitado, quien dio la instrucción de hacerlo así a los discípulos, su obra redentora en primer lugar me concede el perdón de los pecados, me hace hijo de Dios, me hace miembro de la familia de los hijos de Dios. Por ampliación confrontando con el Libro de los Hechos de los Apóstoles y las cartas de San Pablo, al ver lo que sucedía a quienes se bautizaban, el Bautismo nos hace casa donde habita el Espíritu Santo, tengo sus siete dones y los dones específicos (carismas) para que aporte yo a la construcción de la comunidad. Llegado a este punto conviene que me apropie de la reflexión preguntándome: ¿Qué tanto estoy consciente de los efectos de haber sido bautizado? ¿Qué tanto vivo bajo la inspiración de los efectos del bautismo que recibí? (Momento de silencio interior…) Sin duda alguna, Dios es el gran protagonista de su obra redentora en nosotros, pero si cuenta con nuestra colaboración consciente resultaría mucho mejor esta obra. Cada uno sabrá qué aspecto está más descuidado de los efectos del Bautismo y deba tomar sus propias decisiones. Pasemos a un segundo dato, “Enséñenles a cumplir todo lo que yo les he mandado” ¿Qué lugar e importancia tienen las obras con respecto a la salvación que nos ofrece el Señor? (Momento de silencio interior…) El llamado a cumplir con los mandatos del Señor no precede a la evangelización, ni al bautizo por tanto podemos afirmar que la vida según Jesucristo cuenta con que ya operan en nosotros los dones que Dios mismo nos ha dado. Jesús es el redentor, no nos salvan nuestras obras, pero una vez adheridos a Cristo por el bautismo es importante que demos frutos de vida eterna y no nos contentemos con decir que tenemos fe y muchos dones.

 

Contemplación

Pasemos ahora al uso de otra facultad. Pongamos delante de nosotros la frase: “yo estaré con ustedes hasta el fin del mundo”, repitamos pausadamente y por un buen rato esta frase… Puedo probar con algunas variantes: “Señor estarás conmigo hasta el final de mis días”, “Señor Tú estás con nosotros hasta el final de los tiempos”…

 

Oración

Al llegar a este momento, Señor dentro de la Lectio, pongo en tus manos mi persona. Soy tuyo pues en tu nombre he sido hecho hijo de Dios. Me has librado de mis pecados y me has revestido con el Don del Espíritu Santo de tal manera que mi vida no siga los parámetros de este mundo sino del mundo venidero que es tu Reino. Reconozco que el cumplimiento de tus mandatos deberá contar siempre con mi personal decisión y esfuerzo pero te pido me revistas de tu fortaleza para que persevere hasta el fin de los tiempos. Amén.

 

Líneas de acción

Puedo proponerme un pequeño programa para poner en práctica acciones cotidianas que manifiesten más que soy hijo de Dios, o que he sido librado del pecado, o que soy miembro de la familia de los hijos de Dios, etc.

 

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