“Vio las estrellas bajo su rostro, girando en su incansable y silencioso eje”.
Antonio Rodríguez
Noches en vela, una pila de libros y cigarrillos. Las obras apiladas hablan de neurología, química, naturaleza o cuerpo humano; temas variados, pero todo sirve, ensayos clínicos o revistas médicas. El hombre se queda dormido mientras estudia, pero al despertar vuelve a sus lecturas; ha decidido renunciar a su trabajo e hipotecar su casa. Su esposa hace lo mismo; ambos leen, analizan y escriben, dos cabezas piensas mejor que una.
El hijo de ambos es Lorenzo. Un día, el pequeño comenzó a tener ataques de ira contra sus compañeros en el jardín de niños, lo cual resultó extraño tanto para los profesores como para sus padres. Y es que Lorenzo había sido un niño modelo y bastante inteligente. Después de varios estudios, los doctores llegan a la conclusión de que el pequeño es uno de los pocos y extraños casos de Adrenoleucodistrofia (ALD), enfermedad que evita que las grasas que el cuerpo recibe o produce se desechen naturalmente, y ésta, al acumularse, elimina la mielina del cuerpo, misma que protege las conexiones nerviosas; cuando no hay mielina, los nervios y el cerebro mismo se dañan, deteriorando las funciones motrices, hasta llegar a la muerte.
Es por eso que padre y madre leen mucho y comen cuando pueden; continuamente se enfrentan a la burocracia médica; trabajan en conjunto no sólo para entender la enfermedad que ataca a su hijo, sino para detenerla, y si es posible, revertirla. Son conscientes de que al ser una enfermedad poco común, los estudios que se han realizado al respecto son casi nulos, y por ello el trabajo lo hacen casi a ciegas.
Basada en un impactante historia real, Un milagro para Lorenzo muestra la historia de Augusto y Micaela Odone, una muestra de determinación y amor de familia; en lugar de tirarse a llorar como lo haríamos muchos, los papás del niño deciden sumar esfuerzos y enfocarlos directamente en ayudar a su hijo, quien a la edad de siete años ha perdido la vista y el habla.
Un milagro para Lorenzo, de 1992, está extrañamente olvidada, lo cual resulta interesante porque el director George Miller acababa de filmar su trilógica Mad Max. A pesar de que Un milagro para Lorenzo pareciera no tener ninguna conexión con la trilogía de ciencia ficción sobre batallas en el desierto y supervivencia, lo cierto es que sí la hay: se trata de héroes solitarios que, en contra de toda probabilidad, hacen que la lucha sea más importante que el resultado mismo. “Estos personajes –diría George Miller en su momento– descienden a la oscuridad y aprenden que pueden marcar la diferencia”.
El pequeño Lorenzo (Zack O’Malley) da muestras de maestría actoral. Sin decir una sola palabra, entiende la batalla que están librando sus padres; entiende que ellos no se van a rendir si él tampoco lo hace. Desafiar las probabilidades, recurrir a la fuerza interior y renunciar al interés propio, eso sólo lo hacen los héroes.
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