La adolescencia es una etapa crucial en el desarrollo de los jóvenes, y las amistades juegan un papel fundamental. Durante esta etapa, los padres deben prestar especial atención al tipo de amigos que eligen sus hijos, pues pueden caer en amistades tóxicas.
Lo primero es prevenirlos para que las relaciones nocivas o enfermizas no puedan causarles daño a largo plazo. Una segunda medida importante es que los padres puedan identificar signos tempranos de que hay problemas, a fin de emprender acciones para guiar debidamente a sus hijos.
Es esencial fomentar un ambiente de comunicación abierta que facilite a los adolescentes confiar en sus padres y compartir información sobre sus amistades, sin temor a represalias.
Esto no implica una invasión de la privacidad, pero permite estar atentos a los cambios en el comportamiento, hábitos o actitudes del hijo.
Es importante discutir y acordar reglas sobre horarios, lugares y actividades con amigos, pues evita situaciones riesgosas.
Involucrarse con los amigos de los hijos, conocer sus antecedentes y familiares, ayuda a los padres a entender mejor la influencia que estos pueden tener.
Si los padres identifican signos de una amistad perjudicial, es crucial intervenir de manera adecuada y compasiva.
Por último, es fundamental recordar que una familia católica debe ser luz que ilumine otras realidades, por lo que es importante que sea un ejemplo a imitar por otras personas que no conoce a Jesús y su Doctrina. Si una amistad nociva queda impactada por el testimonio cristiano de la familia, se habrá ganado un alma para Dios.
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